lunes, agosto 01, 2005

Fabricia en Malasya

Fabricia había ido a contarle sus penas a un amigo gay que tenía una agencia de acompañantes. Estaba muy complicada. Primero había renunciado a su trabajo de radióloga, donde se consumía 20 hrs diarias para mantener a su pequeña hija; después había hecho naufragar sus ahorros como empresaria en una importadora de manufacturas (le fue muy bien pero se equivocó en una compra y quebró). Por último, repitiendo el esquema clásico de los desesperados, quiso jugarse el todo por el todo e invirtió sus ahorros (unos 500 mil pesos chilenos) en el interior del país. Perdió de nuevo. Y eso le contaba a su amigo cuando entró alguien diciendo:

- necesitamos una chica para un español que acaba de llegar
- ella lo va a atender (respondió su amigo gay señalándola)

No le estaba pidiendo trabajo, me dice que le daba asco siquiera considerarlo: proviene de una familia tradicional y conservadora. Pero lo consideró:

- ¿Cuánto me van a pagar?

Unos 30 mil pesos chilenos. El español no era feo, “se fue cortado enseguida”. Fabricia se dijo: ¿esto es? Le encantó. Trabajó un rato en la agencia de su amigo, después en un cabaret. Una noche vio entrar al local a unos melenudos vestidos de negro: eran sus ex compañeros de colegio. Cruzaron dos palabras pero no la reconocieron, por suerte.

Hace dos años planeó salir de Argentina con una amiga que quería olvidar a su ex novio. Fueron contratadas por un coreano junto a un grupo de mujeres para trabajar en una disco de Patronato. Una vez en Chile, pasaban la mayor parte del tiempo encerradas en la disco, salían poco porque al dueño no le gustaba.

Pero uno de los coreanos le dijo un día: Fabricia, estás en un mal barrio. La llevó a pasear al Parque Arauco y le mostró otra ciudad. Y Fabricia se fue. Trabajó en una agencia de acompañantes del barrio alto. Ahora es independiente, paga un departamento de 300 o 400 mil pesos en Vitacura y tiene un novio chileno que se pone celoso de uno de sus clientes.

La parte más oscura de su vida es la que media entre su trabajo de radióloga y su primer servicio como acompañante. Le expuse mi teoría de que la realidad exterior es un invento del interior. Hasta aquí no parecía estar en desacuerdo. Le digo que cuando estamos mal debemos trabajar hacia adentro para hacer cambiar lo de afuera. Su opinión es otra en esta parte.

Cuando se está mal hasta los mejores amigos te abandonan, y es porque la depresión te impide pensar. Yo no podría matarme porque tengo una hija. Lo anterior me hace pensar que lo tuvo en cuenta durante su época mala. 

Tiene estudios de lingüística, conoce a los novelistas latinoamericanos. Un día los de www.sexo.cl le preguntaron si le gustaría trabajar en un proyecto de fotografía.  La idea no le desagradó.  Y ahora está en Malasya.

Fabricia en dos frases:

  • El cigarro y la cama son los dos mejores inventos.
  • Se fue a Brasil, ojalá no vuelva (respecto al padre de su hija)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Oiga, yo y un par de amigas estamos en una situación similar a la de Fabricia. ¿no nos podría decir unas cosas posta a nosotras también? Todas caímos de pedo en este trabajo, ninguna se queja, todo en orden, pero... ¿cómo se hace para lo de los consejos esos tan lindos que usted da? Capaz que conviene formar un club.

Tenemos unas frases buenas por ahi guardadas, ya se las haré llegar, usted vea si puede desarrollar más algo como lo de "cambiar el interior para que cambie el exterior" o eso de la resignación y la cura.

Le mando algo mas de curriculum, todas tenemos estudios de cunnilingûística, nos gusta la poesía de Ricardo Arjona, Cucurto, Quevedo, Leonardo Favio y un pibe muy simpático que es cliente y paga con lecturas en voz alta, llamado Fabián Casas. En nuestra vida anterior eramos:

Susana: enfermera (sigue ejerciendo esporádicamente, al gusto del cliente. La cargamos tanto con eso, que buscó una bata vieja que tenía y la arregló para esta nueva especialidad ¡es en serio!)

Olivia: era de esas que en las bodas fifí y otros eventos te acompaña a tu mesa, te dice donde sentarte y te sonríe como si lo merecieras. Su especialidad es mirar a los ojos con el timing exacto. Tiene un pequeño hijo llamado Ovidio (para que vean, loco, acá gente culta pa'rriba). Mucha gente lo llama Ovillo.

Yo, que me llamo Paula: era docente de primaria, hasta que pedí una licencia y puse una venta de pasteles. No me fue bien y las desgracias comenzaron a sucederse, hasta que Olivia me cazó de la nariz, me puso decente y me llevó con ella a mi primer servicio, inolvidable. Tengo una bebita de 9 meses llamada Mora

Oiga, si se arma lo del club de las putas filosas, avise por favor. Interesa.

Ojo: es para intercambiar ideas sobre la vida con usted y otros poetas famosos y finos, no para que nos pongamos a contar guarradas ni nada de eso.

Rodrigo dijo...

Paula... la cagaste!!!!!!!
Lloré.

Anónimo dijo...

malayo miente, todo esto es falso! Malayo is a liar!