viernes, septiembre 29, 2006

281. Malayo Púgil VI: una del pepillo

La Habana, 1987

Una vez en una mocha a la salida de un concierto de rock en un lugar muy malo de Guanabacoa, tres o cuatro amigos míos recibieron una tunda de golpes de parte de unos aborígenes. Eran 4 contra 500, lo típico. Yo no estaba, por suerte; conozco esta historia porque quedó en el folclore del barrio.

El rata y el pepillo habían quedado rezagados, venían corriendo a todo dar pero el enemigo acortaba distancia centímetro a centímetro. El rata escuchó la voz del pepillo:

- Fernan (el rata se llama Fernando), parece que me van a alcanzar.
- ¡Corre Pepillo, corre! (respondió)
- Fernan, parece que me van a alcanzaaaaaaa (cagó el pepillo)

El rata se detuvo a la cuadra siguiente al ver que la turba se contentaba con la presa recién atrapada. Así vio cómo el pepillo se soltaba de sus captores y buscaba refugio en una cafetería que había cerca. Los otros entraron a pegarle pero la gente de la cafetería no quería destrozos en el recinto. Todo esto dio lugar a una ridícula negociación en la que unos y otros le pedían al pepillo que no complicara más las cosas y saliera a la calle a dejarse masacrar.

Finalmente los perseguidores perdieron la paciencia y lo tomaron en andas. Casi lo sacan de la cafetería, pero él consiguió aferrarse a una mesa que quedó atravesada en la puerta. Lo que sigue parece guión de dibujo animado: un montón de huevones tirando al pepillo de las piernas, sin poder sacarlo de allí. Tan fuertemente se aferraba a la mesa.

Todo terminó cuando un niño lo golpeó con una piedra en la cabeza. El pepillo dijo “¡Ay!” y se llevó las manos a la cabeza, situación que aprovecharon los malos para arrastrarlo de una vez hasta la calle. De esto puedo dar fe: cuando el pepillo llegó al barrio estaba irreconocible, hasta podría decir deforme. Es un milagro que no perdiera un ojo o un diente.

Ahí lo tienen: ese es el pepillo, legendario rockero y ex drogadicto de mi barrio. La foto es de mi último viaje a La Habana, en febrero recién pasado.

La saga:

martes, septiembre 26, 2006

280. prosa versus verso

El día que murió la dama / Frank O'Hara
Trad: Diana Dunkelberger y Marcelo Rioseco

el original

Son las 12:20 en N.Y. y es viernes
tres días después de la Bastilla, sí,
es el año 1959 y salgo a lustrarme los zapatos.
Tomaré el tren de las 4:19
llegaré a las 7:15 a Easthamptom
e iré directamente a una cena
aunque desconozca a la gente que me invita.

Camino por la calle, está brumosa y el sol comienza a brillar
me como una hamburguesa con un batido
y compro un horrible ejemplar del NEW WORLD WRITING
para saber lo que hacen, por estos días, los poetas en Ghana...


la fuente

Son las 12:20 en N.Y. y es viernes, tres días después de la Bastilla, sí, es el año 1959 y salgo a lustrarme los zapatos. Tomaré el tren de las 4:19, llegaré a las 7:15 a Easthamptom e iré directamente a una cena aunque desconozca a la gente que me invita.

Camino por la calle, está brumosa y el sol comienza a brillar, me como una hamburguesa con un batido y compro un horrible ejemplar del NEW WORLD WRITING para saber lo que hacen, por estos días, los poetas en Ghana...

lunes, septiembre 25, 2006

279. Cuándo cortar un verso

En la sala de espera / Elizabeth Bishop
Trad: Diana Dunkelberger y Marcelo Rioseco

El original dice así:

En Worcester, Massachussets,
fui con la tía Consuelo
a una cita que tenía con el dentista,
me senté en la sala de espera y aguardé.
Era invierno y había oscurecido
temprano. La sala de espera
estaba llena de personas mayores,
congeladas y con abrigos,
había lámparas y revistas.
Mi tía llevaba adentro
un rato que parecía bastante largo
y mientras la esperaba, leí
un ejemplar del Nacional Geograph
(podía leer) y estudié
cuidadosamente las fotografías:
el interior de un volcán,
negro y lleno de cenizas;
y luego estaba derramando
riachuelos de fuego.
Osa y Martin Jonson
llevaban puestos pantalones de montar,
botas con cordones y gorros.
(…)


La fuente:

En Worcester, Massachussets, fui con la tía Consuelo a una cita que tenía con el dentista, me senté en la sala de espera y aguardé. Era invierno y había oscurecido temprano. La sala de espera estaba llena de personas mayores, congeladas y con abrigos, había lámparas y revistas. Mi tía llevaba adentro un rato que parecía bastante largo y mientras la esperaba, leí un ejemplar del Nacional Geograph (podía leer) y estudié cuidadosamente las fotografías: el interior de un volcán, negro y lleno de cenizas; y luego estaba derramando riachuelos de fuego. Osa y Martin Jonson llevaban puestos pantalones de montar, botas con cordones y gorros (…).

domingo, septiembre 24, 2006

278. Cuecas calientes

Para uds estas cuecas sexuales importadas de la edición de septiembre del Claneta. Elegí las dos más machistas, para alimentar la discusión a la que estamos asistiendo en Malasya sobre este importante tema.

EL TRES PATAS / SANSÓN CENIZO

Tengo la diuca del alto
de los arcos del Malleco
Las minas aprietan raja
cuando me bajo el marrueco

Me gritan el tres patas
flor de fideo
Tú te arrancas mijita
yo te laceo

Yo te laceo, sí
aprietan raja
¡Si los brazos me dieran
para una paja!

Más allá de Los Andes
me pica el glande


TU CULO ES EL PEOR SITIO / ADÁN MÉNDEZ

tu culo es el peor sitio
para que mi amor se instale
son más las pichulas que entran
que los mojones que salen

pero mi pecho se halla
fuera de quicio
palpita por esas nalgas
con su orificio

con su orificio, ay prieto
sácate un huiro
gozo hasta por los cachos
cuando lo miro

cueva de la alí babá
ábrete yá