
Un grupo de tesistas de sociología se preparaba para un congreso en Buenos Aires. Yo estaba allí porque una de las tesis abordaba los lanzamientos de poemas como un hecho sociológico. Escuché algunas ponencias aparte de la que tenía que ver con Casagrande, y luego los comentarios, reparos y afirmaciones de los profesores:
todo muy interesante.
Las palabras de los profesores no hicieron otra cosa que confirmar mis puntos de vista respecto a las tesis que alcancé a escuchar. Para ser exacto, diría que eran mis propias observaciones traducidas al lenguaje de los axiomas sociales. Así descubrí que soy sociólogo, además de otra cosa.
La sociología como el resto de las disciplinas universitarias es una forma de hablar, una jerga: todo se reduce a un problema de lenguaje. Hay palabras de uso frecuente, cifras y fechas a los que se debe recurrir al exponer una idea. Aprendes a usarlas en el momento adecuado y ya eres del club. Hay nombres que son como llaves mágicas, los invocas cuando estás en problemas y ya no estás en problemas. Defender una posición, atacar otra, hay que ver las piruetas que son capaces de hacer los hombres y mujeres en este campo de la sabiduría humana, mal que mal, hasta que llegue la moda siguiente son (somos) la aristocracia del pensamiento. Todos son inteligentes. Y yo no lo soy menos.
Pueden acusarme de no conocer los nombres ni las cifras de que se compone el idioma de la sociología. Esto les respondo: sé cómo funcionan. Podría armar mi discurso, defender mi posición y atacar otra. Una carrera profesional es un conjunto de reglas no tan diferentes de las de cualquier juego de salón, después de todo. O sea que soy sociólogo. Pero hablar de este tema de la forma en que lo hago me convierte además en otra cosa.
Quienes estudiaron sociología (era que no) simulan no tomar en serio esta aseveración. Los periodistas tampoco parecían hacerlo cuando los llamaba colegas, y resulta que ahora soy uno de ellos.
Al final compañeros, lo importante es el lenguaje.
PD 1: La tesis sobre los lanzamientos de poemas partía de una emoción estética. Por el hecho de que estaba bien escrita y porque las chicas que la presentaban trataban de racionalizar lo irracional, les tengo fe. Te tengo fe Julieta.
PD 2: Me puse a contar la cantidad de sociólogos que conozco. Es raro pero tengo más amigos sociólogos que periodistas, partiendo por mi partner el negro Prieto.
PD 3: Las mujeres sobre todo, deberían cuidarse de estudiar esta carrera. Algunas sociólogas son muy simpáticas, otras no tanto. Esto, porque la sociología tiene el efecto de hacerle creer a la persona que la estudia, que accede con ello a algo parecido a la sabiduría. Desde la sociología, la pedantería femenina es más agresiva que desde las ciencias exactas. Por creerse en un medio hostil dominado por hombres, la mitad de las mujeres sociólogas levanta barricadas bajo cualquier pretexto. Chuchas me estoy metiendo en camisa de once varas, mejor termino aquí mismo este posteo.