viernes, junio 02, 2006
218. Hoy viernes 18:30 hrs Los Muebles en Radio Horizonte FM 103.3
Anwandter será Bianchi. Nos van a hacer cantar ahí mismo, no respondo de lo que pase. Nosotros no cantamos, o sea sí, solo que a través de parlantes y mp3 pero ahora nos van a hacer cantar al modo tradicional; unplugged le llaman. Lo que escuchen no es lo que es. Mañana se suponía que grabaríamos el 5° tema pero nos falló el estudio de grabación, trataremos de conseguir otro.
jueves, junio 01, 2006
217. En la toma del Liceo de Aplicación
William Vallejos Vásquez, vocero del Liceo de Aplicación.
-¿Qué esperan de las autoridades?
-Que no pase lo mismo de siempre, cuando dilatan el movimiento con mesas de diálogo que no terminan ni llegan a nada. Ahora estamos en la parada de no deponer nuestras medidas de presión hasta que no se garantice que nuestras exigencias sean cumplidas, eso el gobierno lo ha entendido muy bien, se ha visto que ellos son los inflexibles; ha sido el ministro el que ha dicho que no va a hablar con los colegios movilizados. Después se dieron cuenta de que no es un problema de que nos intimiden o no, sino que a ellos se les fue de las manos y que nosotros lo tenemos muy controlado, lo estamos manejando y que no se depondrá, tal como hemos dicho desde las primeras marchas.
- ¿Qué música escuchas Willi?
- Escucho de todo, desde la música andina hasta bandas como Iron Maiden, no me encasillo en ningún estilo.
- Los Maiden son buenos sólo hasta el 5º disco.
- Igual en los últimos discos hay algunos temas buenos.
- ¿Y has escuchado a Los Muebles?
- No ¿son buenos?
- Obvio.
- ¿Y qué música tocan?
- Romántica.
- Ah.
miércoles, mayo 31, 2006
216. Los Muebles unplugged este viernes
Nos invitan a tocar unplugged a Radio Horizonte este viernes a las 18:30 hrs. Vamos a tener que tocar “de verdad” (entre comillas); acompañados sólo de una guitarra acústica. Esto puede resultar un desastre sonoro, sin contar el detalle de que tendremos que elegir un Cristóbal Bianchi que cante. Un gran desafío, puesto que ni siquiera el verdadero es totalmente afinado. Apuesto que en la radio no saben lo que es un Cristóbal Bianchi. Bueno, allá vamos.
Si quieres ver la campaña "Un culo para Los Muebles", haz clic aquí.
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lunes, mayo 29, 2006
215. En la autopista
(La Habana, 1989)
“Una cara sin cicatrices es una cara sin personalidad” me dijo una amiga en 1989 para reconfortarme al ver cómo había quedado después de deshacer un Lada contra una camioneta. Para dar una idea de cómo quedó el Lada, baste decir que del parachoques al volante había 10 centímetros. Y la camioneta nunca más anduvo.
Choqué el 21 de julio de 1989 pasada la medianoche, borracho, corriendo contra un ford 59 o algo así. Mi copiloto, mi hermano el Vladi, iba con la mitad del cuerpo fuera de la ventana amenazando a los ocupantes del otro automóvil; no sé cómo no se partió en dos con el impacto.
Recuerdo el ruido de las llantas de mi auto al frenar en seco, la camioneta detenida acercándose vertiginosamente, el crash y un silencio espectacular. Quedé en un estado de semi conciencia. Sentí cómo un hilo de sangre comenzaba a correr por mi cara y goteaba desde la barbilla. Escuché voces en el exterior, unos hombres trataban de romper la puerta.
El parabrisas roto me causó una curiosidad infinita, torpemente deslicé mi mano izquierda por el borde y la retiré al enterrarme un vidrio.
“Deja eso chico” dijeron las voces, me levantaron y me dejaron en el asiento trasero de otro automóvil. “¡Aquí hay otro!” escuché a lo lejos y pensé enseguida: “me eché al Vladi”.
A medida que el auto se acercaba al hospital iba mirando las luces del alumbrado público.
Me tiraron sobre una camilla y corrieron conmigo a la sala de urgencias. Me rompieron el pantalón, alguien se acercó con un balde de timerosal (un desinfectante muy doloroso) y lo lanzó sobre mi rodilla. Un médico me afeitó la parte superior derecha de la cabeza, me cosió. Luego me pidió que cerrara los ojos y me cosió el párpado.
“Soy un bárbaro” le escuché decir. Cuando me pidió que abriera los ojos había olvidado si podía ver antes de cerrarlos. La idea de que tal vez hubiera perdido la visión me aterrorizaba. Al abrir los ojos me puse eufórico y le repetía al médico: “¡eres un bárbaro chico!”. De golpe recordé a mi copiloto y grité “¡¿Dónde está el Vladi?!”.
- ¿Qué dice este? (habló el médico)
- Debe ser ese que está ahí (contestó una enfermera)
Miré a mi izquierda: ahí estaba el Vladi acostado en otra camilla y apuntándome con el índice:
- El coño de tu madre.
El alivio de ver al Vladi entero me puso eufórico de nuevo. Empezamos a vanagloriarnos a voz en cuello de la forma en que habíamos ganado la carrera al Ford 59.
- Alabado sea Dios, qué mal hablados son estos muchachos (decía una enfermera gorda)
Los fierros retorcidos de lo que alguna vez fue ese Lada quedaron tirados frente a mi casa por meses. Mis vecinos decían que había hecho pacto con el diablo. A veces para divertir a mis amigos participaba de las conversaciones que tenía la gente al pasar: “los tipos que iban dentro no pueden haber sobrevivido, etc”
Mis daños fueron contusiones múltiples, una cicatriz en el párpado, la nariz chueca y una gran cicatriz en la cabeza. Pensar que alguna vez me llamaron Frankestein por esa cicatriz; hoy, gracias al tratamiento anti calvicie que estoy siguiendo a base de aloe vera, prácticamente ha desaparecido.
Hoy sé que un tipo de 18 – 19 años al volante es un peligro. Hasta esa fecha protagonicé carreras contra motos, automóviles, y lo que se moviera. Me arrepiento, por suerte no maté a nadie.
“Una cara sin cicatrices es una cara sin personalidad” me dijo una amiga en 1989 para reconfortarme al ver cómo había quedado después de deshacer un Lada contra una camioneta. Para dar una idea de cómo quedó el Lada, baste decir que del parachoques al volante había 10 centímetros. Y la camioneta nunca más anduvo.
Choqué el 21 de julio de 1989 pasada la medianoche, borracho, corriendo contra un ford 59 o algo así. Mi copiloto, mi hermano el Vladi, iba con la mitad del cuerpo fuera de la ventana amenazando a los ocupantes del otro automóvil; no sé cómo no se partió en dos con el impacto.
Recuerdo el ruido de las llantas de mi auto al frenar en seco, la camioneta detenida acercándose vertiginosamente, el crash y un silencio espectacular. Quedé en un estado de semi conciencia. Sentí cómo un hilo de sangre comenzaba a correr por mi cara y goteaba desde la barbilla. Escuché voces en el exterior, unos hombres trataban de romper la puerta.
El parabrisas roto me causó una curiosidad infinita, torpemente deslicé mi mano izquierda por el borde y la retiré al enterrarme un vidrio.
“Deja eso chico” dijeron las voces, me levantaron y me dejaron en el asiento trasero de otro automóvil. “¡Aquí hay otro!” escuché a lo lejos y pensé enseguida: “me eché al Vladi”.
A medida que el auto se acercaba al hospital iba mirando las luces del alumbrado público.
Me tiraron sobre una camilla y corrieron conmigo a la sala de urgencias. Me rompieron el pantalón, alguien se acercó con un balde de timerosal (un desinfectante muy doloroso) y lo lanzó sobre mi rodilla. Un médico me afeitó la parte superior derecha de la cabeza, me cosió. Luego me pidió que cerrara los ojos y me cosió el párpado.
“Soy un bárbaro” le escuché decir. Cuando me pidió que abriera los ojos había olvidado si podía ver antes de cerrarlos. La idea de que tal vez hubiera perdido la visión me aterrorizaba. Al abrir los ojos me puse eufórico y le repetía al médico: “¡eres un bárbaro chico!”. De golpe recordé a mi copiloto y grité “¡¿Dónde está el Vladi?!”.
- ¿Qué dice este? (habló el médico)
- Debe ser ese que está ahí (contestó una enfermera)
Miré a mi izquierda: ahí estaba el Vladi acostado en otra camilla y apuntándome con el índice:
- El coño de tu madre.
El alivio de ver al Vladi entero me puso eufórico de nuevo. Empezamos a vanagloriarnos a voz en cuello de la forma en que habíamos ganado la carrera al Ford 59.
- Alabado sea Dios, qué mal hablados son estos muchachos (decía una enfermera gorda)
Los fierros retorcidos de lo que alguna vez fue ese Lada quedaron tirados frente a mi casa por meses. Mis vecinos decían que había hecho pacto con el diablo. A veces para divertir a mis amigos participaba de las conversaciones que tenía la gente al pasar: “los tipos que iban dentro no pueden haber sobrevivido, etc”
Mis daños fueron contusiones múltiples, una cicatriz en el párpado, la nariz chueca y una gran cicatriz en la cabeza. Pensar que alguna vez me llamaron Frankestein por esa cicatriz; hoy, gracias al tratamiento anti calvicie que estoy siguiendo a base de aloe vera, prácticamente ha desaparecido.
Hoy sé que un tipo de 18 – 19 años al volante es un peligro. Hasta esa fecha protagonicé carreras contra motos, automóviles, y lo que se moviera. Me arrepiento, por suerte no maté a nadie.
domingo, mayo 28, 2006
214. Él mató a Victor Jara
Edwin Dimter Bianchi, con el grado de teniente, formó parte de los militares sublevados en el llamado "tanquetazo" del 29 de junio de 1973, en contra del gobierno de la Unidad Popular. Murieron 20 personas, entre ellas el camarógrafo argentino Leonardo Henrichsen, que filmó su propia muerte. Por estos hechos fue detenido junto al teniente coronel Roberto Souper y el teniente Raúl Jofré, con quienes inmediatamente después del golpe fue enviado a custodiar prisioneros al Estadio Chile.
Numerosos testimonios, incluso judiciales dan cuenta de que estos oficiales y en especial Dimter, quien se hacía llamar "El Principe" sometieron a horrorosas torturas a los prisioneros, entre ellos el compositor y actor, Víctor jara, quien según testigos, fue requerido personalmente por Dimter para ser torturado, luego de lo que se le vió agonizante en un pasillo del estadio y posteriormente fue asesinado con 48 disparos.
Actualmente Edwin Dimter Bianchi es funcionario del ministerio del trabajo, donde se desempeña como jefe del departamento de control de instituciones de la superintendencia de AFP.
Oficina: huérfanos 1273
Mail: edimte@safp.cl
F: (562) 7530400- 7530401
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