Si estiro la mano hacia mi izquierda, puedo tocar la espalda de un hombre tiburón. Conozco el comportamiento de los hombres tibrones. Después de morderte y chuparte la sangre, desaparecen. Algunos se despiden diciéndote que en sus casas los esperan para almorzar. Otros, simplemente, encienden el motor de sus autos y aceleran por las calles desiertas de Santiago, contentos de dejar atrás sus cacerías nocturas."
de Verano Robado / María José Viera Gallo