
Los ingenieros norteamericanos se quebraban la cabeza tratando de tomar notas en el espacio, debido a que la ausencia de gravedad impide bajar la tinta de los lápices. Al no hallar solución, preguntaron a sus colegas rusos cómo habían resuelto este dilema. La respuesta: utilizando lápiz grafito. La anécdota me fue referida en 2002 por el candidato a cosmonauta chileno Klaus Von Storch.