Veo a mi mecánico más veces de las que quisiera, primero porque manejo un auto antiguo, y en segundo lugar porque como es también mi amigo, le importa menos hacer bien su trabajo: a veces he quedado en pana 4 cuadras después de salir del taller.
Es aficionado a las artes marciales y hace poco se compró un sable, perdón (no le digan que cometí esta imprecisión), una katana. Le comenté sobre la homosexualidad de los samurais y se quedó pensativo, cosa que me hizo mucha gracia. Había olvidado este incidente la siguiente vez que pasé a verlo, pero al despedirnos me dijo: “sabe Malayo, estuve averiguando y entre los poetas hay haaaarto maraco, y en todas las épocas fijesé”. Nada que decir.
Había comenzado a tomar la costumbre de molestarme con eso, así que le paré los carros: los poetas (le dije) no presumimos de nuestra virilidad ni hablamos con voz ronca, cada quien hace lo que quiere.
Pero como eso no pareciera frenar su entusiasmo, tuve que tirarle un exocet: el colaless es un invento de los samurais.
Ahí se quedó callado. Ahora cuando quiero ponerlo en su lugar le pregunto qué calzoncillo anda trayendo.
jueves, noviembre 08, 2007
martes, noviembre 06, 2007
504. homosexualidad samurai
A propósito de Manowar, recordé esta otra anécdota:
Un amigo practica Jiu Ji Tsu en los EEUU, al parecer hace varios años. Esta es según entiendo, la más brutal de las artes marciales, no hay movimiento que no termine rompiéndole un hueso al adversario. Hace tiempo citó una de las frases belicosas de Musashi en una conversación por Messenger. Musashi, como es sabido, es uno de los autores más populares de la literatura marcial japonesa. Un colega suyo de apellido Yamamoto en otra obra del canon samurai (no me pidan que recuerde el nombre ahora) se ocupó de estandarizar las costumbres guerreras de estos espadachines. Entre estas estaba la de tomar por amantes a jovencitos. Yamamoto aconseja que la relación no se extienda más de 2 años, si no recuerdo mal. Cuando se lo hice notar a mi amigo, exclamó: “¡¡Oh no, esto no lo puede saber mi sensei!!”
Pobre sensei.
Un amigo practica Jiu Ji Tsu en los EEUU, al parecer hace varios años. Esta es según entiendo, la más brutal de las artes marciales, no hay movimiento que no termine rompiéndole un hueso al adversario. Hace tiempo citó una de las frases belicosas de Musashi en una conversación por Messenger. Musashi, como es sabido, es uno de los autores más populares de la literatura marcial japonesa. Un colega suyo de apellido Yamamoto en otra obra del canon samurai (no me pidan que recuerde el nombre ahora) se ocupó de estandarizar las costumbres guerreras de estos espadachines. Entre estas estaba la de tomar por amantes a jovencitos. Yamamoto aconseja que la relación no se extienda más de 2 años, si no recuerdo mal. Cuando se lo hice notar a mi amigo, exclamó: “¡¡Oh no, esto no lo puede saber mi sensei!!”
Pobre sensei.
domingo, noviembre 04, 2007
503. ¿Hay algo más gay que Manowar?
El Führer se mandó el siguiente speech el 18 de febrero de 1937: “un homosexual es un hombre radicalmente enfermo en el plano psíquico, es débil y se muestra flojo en los casos decisivos (…). Debemos comprender que si este vicio continúa expandiéndose en Alemania sin que lo combatamos, será el final de Alemania, el fin del mundo germánico”.
El año antes pasado me sorprendió saber que había metaleros nazis. Más tarde comprobé que Manowar era una de las bandas que veneraban debido a su simbología, repleta de águilas, espadas y alusiones ingenuas a la mitología germana. Los títulos de sus canciones: “Thor”, “La sangre de mis enemigos”, “el ejército de los inmortales”… hablan de batallas, sangre y monstruos, con toda seguridad salidos de la imaginería hollywoodense. A mí me gustaba el disco “The sign of the Hammer” en 1986. El que sacaron al año siguiente era tan malo que hasta lo encontré infantil entonces.
Bueno, la entrada de hoy es para proponer a los metaleros nazis que salgan a la calle vestidos como Manowar, a ver si son tan bacanes. No olviden pintarse los ojos.
El año antes pasado me sorprendió saber que había metaleros nazis. Más tarde comprobé que Manowar era una de las bandas que veneraban debido a su simbología, repleta de águilas, espadas y alusiones ingenuas a la mitología germana. Los títulos de sus canciones: “Thor”, “La sangre de mis enemigos”, “el ejército de los inmortales”… hablan de batallas, sangre y monstruos, con toda seguridad salidos de la imaginería hollywoodense. A mí me gustaba el disco “The sign of the Hammer” en 1986. El que sacaron al año siguiente era tan malo que hasta lo encontré infantil entonces.
Bueno, la entrada de hoy es para proponer a los metaleros nazis que salgan a la calle vestidos como Manowar, a ver si son tan bacanes. No olviden pintarse los ojos.
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