Casi había olvidado que grabé en video digital una parte de la conversación que tuvimos en el bar del Teatro Camino la medianoche del 12 de julio de 2004 con
Gonzalo Millán. Hace muy poco la descubrí entre mis archivos, en un mini DV rotulado como “GM”. Picado por la curiosidad, fui a la casa de
Martín Gubbins (que por una casualidad tiene las iniciales inversas) para ver las imágenes.
Vimos entonces a un
Millán ebrio, a ratos serio y dicharachero, recurriendo una y otra vez a su obsesión de esa noche: los jóvenes muertos en las cárceles de la dictadura. Se había puesto una cinta negra en el pelo y lucía un anillo con una calavera en el anular de la mano izquierda, con la que se llevaba un cigarro tras otro a la boca. De uno de esos momentos son los minutos de antología que reproduzco a continuación, cuando le pregunté si había usado el pelo largo en su juventud:
- Sí, en el 70 – 71 yo era un hippie que hacía karate. Llegué hasta el cinturón café.
- Gonzalo, tienes ahora una cinta negra tomándote el pelo ¿no nos estarás tomando el pelo tú a nosotros con lo de la cinta café?
- ¿Querís que te saque la conchetumadre?
- Pero a ver ¿en qué rama del karate?
- Kempo.
- ¿Y cómo veías el desarrollo de las artes marciales en esa época en Chile?
Después de casi tomar en serio la pregunta, buscó una caja de cigarrillos en su bolsillo:
- ¿Es el cigarro número cuánto de tu vida, Gonzalo?
Farfulló algo. Inmediatamente después volvió a sus divagaciones sobre los muertos, esta vez de la guerrilla sandinista, “jóvenes hermosos, desinteresados, valientes”.