viernes, mayo 15, 2009

juan cristóbal romero, premio de la crítica


Con el fin de destacar la mejor publicación anual realizada por un escritor chileno tanto en poesía como en narrativa, la UDP entregó la cuarta versión del Premio de la Crítica literaria a Jorge Guzmán, en la categoría “Narrativa”, por la novela Con ojos de niño (LOM Ediciones), y a mi hermano Juan Cristóbal Romero, en la categoría “Poesía”, por el poemario Rodas (Ediciones Tácitas).

El jurado estuvo compuesto por Patricia Espinoza (LUN); Pedro Gandolfo (El Mercurio); Juan Andrés Piña (Revista Caras); Marcelo Maturana (La Nación); Rodrigo Pinto (Revista del Sábado); Tal Pinto (The Clinic) y Juan Manuel Vial (La Tercera).

jueves, mayo 14, 2009

la peste

Cuentan que un día un peregrino se encontró con la Peste y le preguntó adónde iba: A Bagdad, le contestó ésta, a matar cinco mil personas. Pasó una semana y cuando el peregrino se volvió a encontrar con la Peste que regresaba de su viaje la interpeló indignado: ¡me dijiste que ibas a matar a cinco mil personas, y mataste a cincuenta mil! No, respondió la Peste. Yo sólo maté a cinco mil, el resto se murió de miedo.

martes, mayo 12, 2009

Narcos del norte

Mi hermano Carlos me cuenta sobre algunos métodos narcos para borrar a la gente en las ciudades del norte, de donde es oriundo: los disuelven en ácido, los ahogan en cemento fresco. Una vez vio pasar frente a su casa la camioneta de un funcionario local, perseguida por otros automóviles desde los cuales asomaban, entre otras armas, bazucas y lanza granadas. Los malandras exterminaron a todo el séquito de guardiaespaldas (tres jeeps con sus ocupantes) pero finalmente el funcionario se salvó. Los vecinos comentaban que el objetivo había sido amedrentar al hombre, ya que de otro modo no lo habrían dejado escapar. Carlos piensa que una mejor manera de asustarlo habría sido secuestrar a sus hijos e írselos mandando por pedazos: un dedo hoy, otro mañana, y así. Yo opino que eso no sería una amenaza, se supone que el susto alerta de las consecuencias.

Retrocedamos a la época escolar. Dos o tres de los compañeros de colegio de un amigo en común eran narco juniors. Un día los detuvieron al encontrarles una mujer en el maletero, a la que tenían intenciones de quemar viva.

- De buena se salvó la mujer, entonces.
- Esa vez sí, quizás no lo logró más adelante.

Los cuates deben estar por salir de la cárcel, les dieron diez años más o menos.
Todos saben quiénes son narcos en las ciudades de narcos, pero no los denuncian por razones obvias y porque no suelen meterse con los civiles. Antes bien, son benefactores, hacen donaciones a escuelas e iniciativas de la comunidad. Cuando matan a alguien por equivocación, le dan una pensión a la familia de por vida. Pero no suelen equivocarse, “son muy eficaces” cuenta mi amigo. Y su preocupación aparte de traficar estupefacientes y sobornar funcionarios es matarse entre ellos.

domingo, mayo 10, 2009

El poeta caníbal

Estábamos en un bar de la Roma y pasó un joven vendiendo libros. Eran muchos, todos de poesía. Cuando se iba, escuché la historia de José Luis Calva Zepeda, el poeta caníbal. Solía pasar por estos mismos lugares vendiendo libros impresos por él. Uno de ellos se llamaba “Instintos caníbales”. Un día descubrieron el cadáver de su novia en el refrigerador de su casa. En el oficio de la fiscalía puede leerse: "en la sartén se encontraron restos de esta carne y un plato con cubiertos y hasta con un limón que nos hace presumir que las consumió". Luego lo metieron preso y al poco tiempo se suicidó, aunque algunos piensan que uno de los parientes de las personas que tenía en el estómago pagó para que lo sacaran de esta dimensión.