domingo, diciembre 21, 2008

743. los órganos sexuales del universo


Al abordar las diferencias de género en el aprendizaje escolar, diversos estudios internacionales concluyen que las mujeres suelen destacar en lenguaje, mientras sus compañeros de curso sacan mejores notas en matemática. Esto se debería a los estándares promovidos por nuestra sociedad respecto de lo que es correcto para cada género. Yo opinaba lo mismo hasta que una amiga que acaba de doctorarse en biotecnología me dio otra explicación.

Ella era una eximia matemática pero desechó perfeccionarse en esa disciplina porque le hacía caer demasiado fácilmente en la abstracción. Lo que la terminó de convencer fue que conoció a un matemático brillante cuyo plan era matarse al terminar sus estudios de postgrado. Es cierto, mirados a cierta profundidad, los números son una ventana abierta a la locura. Si uno medita durante una cantidad suficiente de tiempo en, por ejemplo, las operaciones algebraicas que dan como resultado el infinito, puede quedar divorciado de la realidad. Yo hice la prueba una vez y fue como mirar el Sol, creo que perdí el control de un grupo de neuronas.

De acuerdo a mi amiga, las mujeres estarían más ligadas a la vida, por lo tanto entre las ciencias, preferirían aquellas que, como la biología o la medicina, se conectan mejor con los sentidos. A mí me parece una explicación atendible. Más allá de eso, siempre he visto los ciclos femeninos como una reproducción a escala del orden cósmico, es una cosa fascinante. Pero esta opinión, como se ve, es muy matemática.

Espero no ser el único que ha quedado absorto mirando cómo la espuma de la tina, al irse por el caño, gira formando figuras con un raro parecido al de las grandes nebulosas que dan vueltas en el espacio. Esto me hizo pensar hace tiempo, con una cerveza en la mano, que el universo tiene sexo femenino y que las mujeres, como réplicas del universo, son espirales hacia adentro en equilibrio perpetuo. A pesar de que ningún astrónomo lo ha sostenido de manera tajante, existe un temor general de que el destino de las galaxias consista en ser devoradas por los agujeros negros, que, digo yo, vendrían siendo los órganos sexuales del universo. Aún así, y aunque no pocas ceremonias eróticas en el reino animal concluyen con un macho a la carta, no creo que los hombres seamos comidos en modo alguno por las mujeres.

No obstante, es innegable que la existencia masculina es un poco penosa. Lo que mejor la resume es la carrera de los espermios por llegar al óvulo que está quieto, silencioso, esperando. En uno de sus filmes, Woody Allen lo relaciona con el cortejo de nuestra especie, donde una tropa de jotes se disputa la atención de la hembra, quien finalmente escoge, por lo general, al menos inteligente.

Neruda tenía razón cuando decía que ser hombre es cansador. Todo el tiempo luchando por interesar a una fémina para, en última instancia, ser absorbido por su universo de opiniones y costumbres. En cualquier caso, es inútil resistirse, llevamos un chip que nos hace resbalar y caer en el proceso. Yo simplemente me dejo arrastrar hacia el centro del cuerpo femenino, con la vaga esperanza de controlarlo. Aunque este pensamiento, como se ve, es un poco matemático.