jueves, noviembre 15, 2007

508. los muevles

Me llegó esta contribución fotoshopeada desde Cataluña. Bonito gesto pero al margen de la verdadera campaña, que puedes ver pinchando aquí.

miércoles, noviembre 14, 2007

507. Amén

Hacíamos pitanzas telefónicas con un compañero de estudios durante una noche de guardia* en la CUJAE** (nos tocaba de 2 a 4 AM). Llamábamos a cualquier número y si nos respondía una voz masculina decíamos: “¿sabe dónde está su mujer en este momento?”. La tercera vez nos contestó un viejo:

- 2 metros bajo tierra

“Aaaah, muy bien entonces” dije y colgué. Mi amigo y yo hicimos silencio y pensamos en la muerte unos minutos.

Glosario:
*Guardia: la gente hace guardia en Cuba, lo explicaré en otra ocasión.
**CUJAE: Ciudad Universitaria José Antonio Echevarría.

domingo, noviembre 11, 2007

506. en la escuela militar

Las escasas oportunidades en que disparé con balas de verdad bastaron para demostrar que era el mejor fusil de mi compañía: dejaba las dianas agujereadas como mosquiteros. Sin embargo nadie me felicitó nunca por ello.

Había que considerar diversos factores para hacer un buen tiro, la dirección del viento, por ejemplo, etc, pero mi secreto era quedarme muy tranquilo antes de apretar el gatillo. La tranquilidad era esencial, y me faltan palabras para recalcarlo. Luego me gustaba el rebote del AKM sobre el hombro y el olor a pólvora que quedaba en el aire.

Olvidé mencionar que pasé un año y medio en una escuela militar en Cuba. Me expulsaron por indisciplina. En un comienzo sentí que era un mal revolucionario y pedí permiso a mi madre para redimirme en Nicaragua, que a la sazón libraba una guerra contra los paramilitares. Me respondió que después de terminar la enseñanza media hiciera lo que quisiera (cursaba 3º medio ese año). Nunca se me pasó por la cabeza la idea de disparar contra personas, no sé por qué. Los contrarrevolucionarios eran una especie de robots sin alma para mí.
Al año siguiente me preguntaba cómo había podido resistir tanto tiempo en una escuela sin mujeres. No porque fuera un gran mujeriego (a pesar de que al igual que cualquier adolescente, habría provocado una explosión demográfica si Aláh me lo hubiera permitido) sino porque le encuentro menos sentido a la conversación cotidiana masculina, se cae demasiado fácilmente en los clichés.

Volviendo al comienzo, creo que nunca más podré tener la puntería de entonces porque de grande me empezó a temblar el pulso. Perdí la calma, creo. La foto es de 2º año medio, tenía 14 o 15, vistiendo uniforme de diario (el que se usaba afuera de la escuela militar).