Al contrario de la amistad, que necesita del concurso de dos personas, al amor le basta con el trabajo de una, el enamorado. El sujeto enamorado debe percibir una señal que puede ser física, socioeconómica (era que no), psicológica (posición de autoridad, parecido con el padre o la madre, etc), etc, o una combinación de todas ellas, para poder colmar de particularidades al objeto de su enamoramiento.
Todas estas tienen que ver más con las expectativas del enamorado, que con lo que ofrece el objeto. Cada palabra del objeto, cada gesto, no hará más que confirmar sus ideas preconcebidas.
Las personas se enamoran porque toman la decisión de hacerlo y lo que sigue es un camino conocido, las preocupaciones, los celos, toda esa comedia. Hay quienes incluso lo hacen de modo racional, fingen amor ante sí mismos por razones prácticas: para cambiar de rutina, para pasarlo bien un rato, para escribir un par de poemas, qué sé yo.
jueves, julio 06, 2006
martes, julio 04, 2006
236. Nazis chilenos
En una conversación de sobremesa, una mujer le contó a una amiga mía sobre la costumbre de su abuela de cambiarle los ojos cafés a sus ositos de peluche por ojos azules, para que se acostumbraran desde niños a no mezclarse con ojos cafés, tan abundantes en este país donde se vinieron a vivir sabrá dios por qué razones.
Se trata de una familia de alemanes que se estableció en el sur. La mamá de esta mujer es concejal UDI en una localidad de las afueras de Santiago que se llama Juan Pinto o algo así. Muerta de la risa, contaba además que en su familia decían que lo del holocausto es un cuento.
Es gente muy loca, pero no tanto como para compartir mesa con los tarados chilenos y morenos que creen que un par de meses de karate y una svástica en el brazo los hará arios. Jamás tendrán ojos azules como los ositos de peluche con que creció la hija de la concejal.
A fines de los años 30 el gobierno del Führer mandó a un huevón a hacer una tesis sobre lo subnormales que éramos los chilenos. Nuestro gobierno de la época le brindó todo su apoyo.
Y ahora lean este fragmento extraído de Icarito sobre la época de la colonia en Chile, se supone que es educativo:
“En menos de tres siglos surgió una nueva raza y se transformaron en pueblos civilizados vastas comarcas vírgenes que estaban pobladas por tribus bárbaras”.
O sea, una nueva raza y al mismo tiempo, los mapuches eran bárbaros que se transformaron en civilizados. Yo tendría más cuidado con lo que leen los niños.
Se trata de una familia de alemanes que se estableció en el sur. La mamá de esta mujer es concejal UDI en una localidad de las afueras de Santiago que se llama Juan Pinto o algo así. Muerta de la risa, contaba además que en su familia decían que lo del holocausto es un cuento.
Es gente muy loca, pero no tanto como para compartir mesa con los tarados chilenos y morenos que creen que un par de meses de karate y una svástica en el brazo los hará arios. Jamás tendrán ojos azules como los ositos de peluche con que creció la hija de la concejal.
A fines de los años 30 el gobierno del Führer mandó a un huevón a hacer una tesis sobre lo subnormales que éramos los chilenos. Nuestro gobierno de la época le brindó todo su apoyo.
Y ahora lean este fragmento extraído de Icarito sobre la época de la colonia en Chile, se supone que es educativo:
“En menos de tres siglos surgió una nueva raza y se transformaron en pueblos civilizados vastas comarcas vírgenes que estaban pobladas por tribus bárbaras”.
O sea, una nueva raza y al mismo tiempo, los mapuches eran bárbaros que se transformaron en civilizados. Yo tendría más cuidado con lo que leen los niños.
lunes, julio 03, 2006
235. Estoy en la colina
Dubrovnik, Croacia, 27 de julio de 2002
Mladen Bander es un hombre flaco, alto y robusto, 48 años aprox. Pelo corto, bigotes de galán de los años 50. Viéndolo acercarse ligeramente zambo y circunspecto, le viene a uno casi la impresión de estar perdiendo un duelo. Digo casi, porque Bander podría perfectamente pasar por el duro de la película, de no ser por ese ridículo chihuahua que lo acompaña a todas partes. Le describí el proyecto en el auto, rematando con el impactante "where other people launch bombs, we launch poems". Ni se inmutó. Me dijo: "Vamos a hablar de negocios, no de poemas. Pero el precio que conseguí (3000 kunas) es tan estúpido que no vale la pena negociar".
Llegamos a un bar en las afueras de la ciudad, sobre un cerro camino al aeropuerto. Pidió 2 cervezas. Conversamos. Hasta aquí, tal como decía al comienzo, Mladen Bander me parecía un huevón con ínfulas de vaquero. Me molestaba un poco que me tratara de artista porque para esta clase de gente los artistas son afeminados. Esto se notaba por ejemplo en:
-¿Para qué quieres 2 vuelos? (Mladen)
-1 vuelo de prueba y 1 legal (yo)
-Este tipo (refiriéndose al piloto) es profesional, conoce su oficio. Dile lo que quieres que haga, no le digas cómo hacerlo.
Llegó el piloto:
-¿Cuánto pesan los poemas?
-300 kilos.
-Difícil.
-Cambiemos de avión.
-El CESNA es lo más adecuado para una misión de este tipo. Vuela despacio y es maniobrable. Es lo más parecido que hay a un helicóptero. No puede ser otro avión.
El piloto no hablaba inglés, y muchas veces Mladen respondía por él sin consultarle. Fue una conversación incómoda.
-No tenemos 5000 kunas, es un proyecto cultural.
-Esta persona no es cultural y tiene que pagarle a los mecánicos por cada vuelo.
¿Sabría él que detrás de mi fachada cultural de artista frágil hay un pendenciero listo para saltar a la calle a discutir el trasero de su hija?. Hablaron en croata unos 15 minutos, durante los cuales me entretuve escribiendo en mi cuaderno exactamente esta frase que lees ahora. Quizás hablaban de mí; pero yo escribía sobre ellos al mismo tiempo. Después me percaté de que pensaban que estaba tomando apuntes sobre la reunión. Pidieron otras 2 cervezas. No me habían preguntado si quería una, conque empecé a irritarme. De repente me comentaban alguna cosa que yo respondía mirando por sobre los anteojos. Luego me di cuenta de que una de las cervezas era para mí. La tomé de un golpe. Mladen sostuvo el chihuahua.
-Es un chihuahua (dije sonriendo, y mirando por sobre los lentes)
-Es un xxxxxxxx (no entendí nada)
-Ok
Y luego:
-¿Por qué particularidad conocen a este perro en Sudamérica?
-Porque huele la marihuana (dije para molestarlo)
-Bah, cualquier perro puede oler eso.
De pronto sopló el viento y salió volando uno de los impresos que había traído de muestra.
-The poems want to fly allready (dije)
Rieron. Yo también. Se me había pasado el enojo. Se va el piloto. Trato hecho, 3000 kunas y veremos. Quedé a solas con Mladen. Hablamos de Dubrovnik. Mladen siempre mantenía ese espíritu grave de ex convicto pero ya no me molestaba. No estaba de acuerdo conmigo en algo que no pude precisar. "En este momento exacto (dijo para corroborar su punto de vista), un idiota trata de incendiar una de nuestras colinas". La frase me pareció tan exótica que por un momento pensé que me estaba llamando idiota por alguna razón. Abrí los ojos con un aire de incredulidad y la repitió. Respondí:
-No entiendo
-Pronto vas a verlo, y vas a llorar conmigo (???)
Y luego:
-¿Satisfecho con el trato?
-We are gonna figth with the price (dije yo)
-Dont worry, we dont need to fitgh
Usé "fight" y él se suavizó. Por fin hablábamos de igual a igual. Entonces repitió su frase críptica:
- Un idiota trata de incendiar algo por lo que hemos luchado toda la vida.
Regresamos al auto. Algo pasaba. Mladen buscaba en los asientos...
-What did you lost?
-The keys
-Then we are in trouble
-Dont worry, we will find them... ...but where
Las tenía el chichuahua en el hocico. Eh, Rambo!. El chihuahua se llama Rambo.
El auto gira hacia la carretera. Y entonces veo la ciudad amurallada, y más allá al fondo del paisaje: una colina en llamas.
-¿Qué es eso?
-Lo que te dije, un idiota lo hizo. Ahora tengo que ir a apagarlo.
El fuego reptaba hacia arriba y se deslizaba después en dirección contraria. Habla Mladen: te dejo en la ciudad; tengo que ir allá.
Miro mi reloj, 22:00. Quedé de juntarme con Koljatic (gerente de finanzas de Atlas, una de las empresas Luksic) a las 22:30.
-Mladen
-What
-Voy contigo a apagar el fuego (dejo plantado a Koljatic)
-No puede ser. You could be killed.
-¿Hay gente disparando?
-Could be.
El incendio se refleja en los vidrios del auto.
-Hey Mladen, lets go against the fire.
-Este no es tu problema.
-La belleza es mi problema.
-Cómo puede un país salir adelante con gente así (Mladen parece no escucharme)
Me encojo de hombros. Trato de animarlo:
-Croacia es un país joven, con una larga historia.
-He peleado 2 guerras. Dime, qué más puedo hacer. (Pausa. Repite la pregunta otras dos veces. Guardo silencio)
Nos acercamos a la ciudad. Han pasado 5 -10 minutos desde que subimos al auto.
-¿Quieres ser poeta?
-Ya soy poeta
-Pues ahora verás poesía
Bordeamos las murallas de la ciudad antigua, Dubrovnik: non bene pro toto venditur auro.
-Esto es poesía (Mladen)
-Estoy de acuerdo (yo)
-Cómo podría alguien ser tan estúpido como para pensar en bombardear esto.
-No lo sé
-Antes de los incendios y las guerras hay inconsciencia, después hay sufrimiento. (pausa)... ¿y sabes qué hay entre el antes y el después?
-No (sólo pienso en defender la colina).
-Yo.
-Estás hablando como un poeta.
-La poesía está antes y después.
-Si tú puedes ocupar mi lugar yo puedo ocupar el tuyo
-No my friend, tú estás antes y después
-Yo estoy en la colina
-Believeme my friend, this is not your problem
Detiene el auto y abre la puerta.
-Now you must go.
Me bajo. Quedo mirando cómo se aleja en dirección al incendio. Pasan los minutos. También una micro. Empieza a llover. Miro el reloj, 22:45. Doy la vuelta y parto a encontrarme con Koljatic.
(Publicado en libro de cuentos de concurso revista PAULA, Alfaguara, 2005, forma parte de un conjunto de crónicas sobre el viaje de Casagrande a Croacia, 2002, cuando fuimos a lanzar poemas allá).
La Saga
Mladen Bander es un hombre flaco, alto y robusto, 48 años aprox. Pelo corto, bigotes de galán de los años 50. Viéndolo acercarse ligeramente zambo y circunspecto, le viene a uno casi la impresión de estar perdiendo un duelo. Digo casi, porque Bander podría perfectamente pasar por el duro de la película, de no ser por ese ridículo chihuahua que lo acompaña a todas partes. Le describí el proyecto en el auto, rematando con el impactante "where other people launch bombs, we launch poems". Ni se inmutó. Me dijo: "Vamos a hablar de negocios, no de poemas. Pero el precio que conseguí (3000 kunas) es tan estúpido que no vale la pena negociar".
Llegamos a un bar en las afueras de la ciudad, sobre un cerro camino al aeropuerto. Pidió 2 cervezas. Conversamos. Hasta aquí, tal como decía al comienzo, Mladen Bander me parecía un huevón con ínfulas de vaquero. Me molestaba un poco que me tratara de artista porque para esta clase de gente los artistas son afeminados. Esto se notaba por ejemplo en:
-¿Para qué quieres 2 vuelos? (Mladen)
-1 vuelo de prueba y 1 legal (yo)
-Este tipo (refiriéndose al piloto) es profesional, conoce su oficio. Dile lo que quieres que haga, no le digas cómo hacerlo.
Llegó el piloto:
-¿Cuánto pesan los poemas?
-300 kilos.
-Difícil.
-Cambiemos de avión.
-El CESNA es lo más adecuado para una misión de este tipo. Vuela despacio y es maniobrable. Es lo más parecido que hay a un helicóptero. No puede ser otro avión.
El piloto no hablaba inglés, y muchas veces Mladen respondía por él sin consultarle. Fue una conversación incómoda.
-No tenemos 5000 kunas, es un proyecto cultural.
-Esta persona no es cultural y tiene que pagarle a los mecánicos por cada vuelo.
¿Sabría él que detrás de mi fachada cultural de artista frágil hay un pendenciero listo para saltar a la calle a discutir el trasero de su hija?. Hablaron en croata unos 15 minutos, durante los cuales me entretuve escribiendo en mi cuaderno exactamente esta frase que lees ahora. Quizás hablaban de mí; pero yo escribía sobre ellos al mismo tiempo. Después me percaté de que pensaban que estaba tomando apuntes sobre la reunión. Pidieron otras 2 cervezas. No me habían preguntado si quería una, conque empecé a irritarme. De repente me comentaban alguna cosa que yo respondía mirando por sobre los anteojos. Luego me di cuenta de que una de las cervezas era para mí. La tomé de un golpe. Mladen sostuvo el chihuahua.
-Es un chihuahua (dije sonriendo, y mirando por sobre los lentes)
-Es un xxxxxxxx (no entendí nada)
-Ok
Y luego:
-¿Por qué particularidad conocen a este perro en Sudamérica?
-Porque huele la marihuana (dije para molestarlo)
-Bah, cualquier perro puede oler eso.
De pronto sopló el viento y salió volando uno de los impresos que había traído de muestra.
-The poems want to fly allready (dije)
Rieron. Yo también. Se me había pasado el enojo. Se va el piloto. Trato hecho, 3000 kunas y veremos. Quedé a solas con Mladen. Hablamos de Dubrovnik. Mladen siempre mantenía ese espíritu grave de ex convicto pero ya no me molestaba. No estaba de acuerdo conmigo en algo que no pude precisar. "En este momento exacto (dijo para corroborar su punto de vista), un idiota trata de incendiar una de nuestras colinas". La frase me pareció tan exótica que por un momento pensé que me estaba llamando idiota por alguna razón. Abrí los ojos con un aire de incredulidad y la repitió. Respondí:
-No entiendo
-Pronto vas a verlo, y vas a llorar conmigo (???)
Y luego:
-¿Satisfecho con el trato?
-We are gonna figth with the price (dije yo)
-Dont worry, we dont need to fitgh
Usé "fight" y él se suavizó. Por fin hablábamos de igual a igual. Entonces repitió su frase críptica:
- Un idiota trata de incendiar algo por lo que hemos luchado toda la vida.
Regresamos al auto. Algo pasaba. Mladen buscaba en los asientos...
-What did you lost?
-The keys
-Then we are in trouble
-Dont worry, we will find them... ...but where
Las tenía el chichuahua en el hocico. Eh, Rambo!. El chihuahua se llama Rambo.
El auto gira hacia la carretera. Y entonces veo la ciudad amurallada, y más allá al fondo del paisaje: una colina en llamas.
-¿Qué es eso?
-Lo que te dije, un idiota lo hizo. Ahora tengo que ir a apagarlo.
El fuego reptaba hacia arriba y se deslizaba después en dirección contraria. Habla Mladen: te dejo en la ciudad; tengo que ir allá.
Miro mi reloj, 22:00. Quedé de juntarme con Koljatic (gerente de finanzas de Atlas, una de las empresas Luksic) a las 22:30.
-Mladen
-What
-Voy contigo a apagar el fuego (dejo plantado a Koljatic)
-No puede ser. You could be killed.
-¿Hay gente disparando?
-Could be.
El incendio se refleja en los vidrios del auto.
-Hey Mladen, lets go against the fire.
-Este no es tu problema.
-La belleza es mi problema.
-Cómo puede un país salir adelante con gente así (Mladen parece no escucharme)
Me encojo de hombros. Trato de animarlo:
-Croacia es un país joven, con una larga historia.
-He peleado 2 guerras. Dime, qué más puedo hacer. (Pausa. Repite la pregunta otras dos veces. Guardo silencio)
Nos acercamos a la ciudad. Han pasado 5 -10 minutos desde que subimos al auto.
-¿Quieres ser poeta?
-Ya soy poeta
-Pues ahora verás poesía
Bordeamos las murallas de la ciudad antigua, Dubrovnik: non bene pro toto venditur auro.
-Esto es poesía (Mladen)
-Estoy de acuerdo (yo)
-Cómo podría alguien ser tan estúpido como para pensar en bombardear esto.
-No lo sé
-Antes de los incendios y las guerras hay inconsciencia, después hay sufrimiento. (pausa)... ¿y sabes qué hay entre el antes y el después?
-No (sólo pienso en defender la colina).
-Yo.
-Estás hablando como un poeta.
-La poesía está antes y después.
-Si tú puedes ocupar mi lugar yo puedo ocupar el tuyo
-No my friend, tú estás antes y después
-Yo estoy en la colina
-Believeme my friend, this is not your problem
Detiene el auto y abre la puerta.
-Now you must go.
Me bajo. Quedo mirando cómo se aleja en dirección al incendio. Pasan los minutos. También una micro. Empieza a llover. Miro el reloj, 22:45. Doy la vuelta y parto a encontrarme con Koljatic.
(Publicado en libro de cuentos de concurso revista PAULA, Alfaguara, 2005, forma parte de un conjunto de crónicas sobre el viaje de Casagrande a Croacia, 2002, cuando fuimos a lanzar poemas allá).
La Saga
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