Marcela
Cunde la desazón entre los habitués del sexo pagado: Marcela no sigue trabajando. Su novio, el mismo que conoció como cliente y que después la sacaba a pasear por Chile (ver Marcela en Malasya), le pidió que dejara el oficio. Y ella aceptó. Se cambió a un depto más pequeño en otro barrio y planea poner un Café en algún lugar de Santiago que no será comunicado en este blog.
Mañana viernes voy a su casa con Domínguez a tomar las fotos. Recuerden, cada vez que entren a un local y pidan un café: ese puede ser el local de Marcela, la chica que llegó tranquilamente desde Uruguay a trabajar como puta, se enamoró de un cliente y puso un café. Tomen nota de esta bonita historia compañeros cineastas: Waissbluth, Zebra, Jiménez, Alicia, Lavanderos y Cia.
Fabricia
El domingo fuimos donde Fabricia a tomar las fotos. Impecable. Nos recibió en una casa que pertenece a su novio. Éste suele arrendar una de las piezas a chicas para que traigan a sus clientes.
Fabricia sintió pudor ante las fotos más comprometedoras; pienso que nuestra presencia puede haberla intimidado a pesar de que llegamos con cervezas. Pero todo salió bien; qué gran chica: dulce, simpática y bonita. Se va a trabajar a Europa. No te vayas Fabricia, le haces bien a Chile. Es sólo por un par de meses (me responde). Tiene una manera de conversar terminando en refranes o sentencias. Antes de despedirse dice: todo sea por la (sonriendo ahora) cultura.
Todo sea por la cultura, Fabricia.
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