En abril de 2001 Bianchi y yo asistíamos a un lanzamiento de algo en La Chascona (casa de Neruda). Jaime Quezada y Floridor Pérez tomaron la palabra y hablaron de la necesidad de una instancia que resumiera el trabajo de los talleres de poesía de la Fundación Neruda.
Al terminar los discursos, mientras tomábamos una copa de Tres Medallas con Jaime Quezada y alguien más, salió nuevamente el tema a colación. Sin perder un segundo dije:
- Cristóbal (Bianchi) y yo tenemos la intención de crear esa instancia.
- ¡¿Qué?! (dijo Bianchi; yo le pegué un codazo)
Ese fue el comienzo de los festivales POESÍA 100%. Nuestros planes primigenios consideraban hacer un par de lecturas y una fiesta donde los poetas tomaran gratis toda la noche. En realidad todo era excusa para hacer esa fiesta.
Presentamos (Bianchi y yo) nuestro proyecto a Francisco Torres, a quien por aquel entonces llamábamos “el Yupi” (sorry Pancho), y era el director ejecutivo de la FN. Torres a su vez nos presentó a un grupo de artistas visuales: Coco González, Mario Z y Victor Hugo Bravo, y nos hizo una contrapropuesta.
Empezamos a reunirnos cada dos semanas en su oficina (primero con Pancho y más tarde con los demás), hasta que dimos forma a la primera versión de POESÍA 100%:
Recitales de poesía al atardecer en la Plaza Camilo Mori, amplificados a todo el barrio mediante una red de parlantes unidos por 2 kilómetros de cable.
Paralelamente Coco, Z y Victor Hugo diseñaron e imprimieron una serie de 6 autoadhesivos blancos con figuras del silabario en diferentes tamaños: un hacha, un soldador, una mamá, un fonógrafo, una tijera, una oreja. Las figuras estaban en el afiche del festival, pero también en los semáforos, postes, bares y restaurantes de Bellavista; hay varias que todavía siguen pegadas. De repente llegabas a una esquina y te topabas con una oreja de un metro y medio pegada a un vidrio.
También se mandaron a hacer las mismas figuras en soportes de madera de 3 metros de alto. Por último, había grandes cajones de frutas de la vega para la gente que asistiera a los recitales.
Las lecturas tuvieron lugar durante los jueves de enero de 2002; cinco poetas leían cada jornada, cuatro de ellos eran de 20 y tantos años de edad, y reservábamos un lugar para alguno más viejo. Escogíamos los moderadores entre personas ajenas al ámbito de la poesía, pero vinculadas al teatro, la danza o las artes plásticas.
El resultado de cada lectura era bastante increíble; la voz de los poetas se perdía entre las calles como un eco extraño, resultado de la ubicación de los parlantes. Una multitud de personas colmaba la plaza cada jueves.
Carlos Leppe fue el último moderador. Hizo una performance al terminar, sobre un verso de Enrique Lihn. Se corrió la voz de lo que iba a ocurrir y llegó la prensa de todas partes. Vivimos tensos momentos, Leppe debía comenzar su acto pero Estela Díaz se resistía a abandonar la escena. Finalmente Estela bajó del podio. Leppe tomó una sandía, la abrió, le sacó el corazón y se lo comió. Después la cosió con unas varas de alambre y se fue perseguido por un mar de flashazos.
Y finalmente tuvimos nuestra fiesta. Tomamos gratis y bailamos toda la noche. Trabajamos duro, pero qué manera de pasarlo bien ese mes.
9 comentarios:
y fueron encargados de presentar a los poetas: Rafael Gumucio, Nosecuánto Croxatto y Willy Semler que, la verdad de las cosas, no sé qué mierda tienen que ver con el oficio de los versitos y que todavía trato de explicarme qué hacían allí.
Buena la de la muerte de los poetas, ah. Eso sí, me parece que Carmen Camember se murió hace rato ya. Sobre cuáles serán las últimas palabras de los poetas antes de morir:
Javier Bello: !Ay, María!
Paula Ilabaca: !Puta, qué jugoso!
Andrés Anwandter: En verdad...
Yanko González: Gracias. Un beso...
Alejandro Zambra: A lo que me refiero...
Kurt Folch: !Puta la hueá!
Julio Carrasco: !Me muero, hermano!
Sergio Parra: $%&/·"! (incomprensible)
Lo más importante era sacar la poesía del ámbito gris de la academia, ponerla al aire libre, en espacios grandes.
La idea de que los moderadores no fueran poetas perseguía ese fin, y también provocaba una mezcla de disciplinas. Gran parte del público tampoco tenía mucho que ver con la poesía, si a eso vamos; había señoras que vivian por ahí, gente que paseaba sus mascotas, estudiantes de vacaciones, etc.
y también poleras...amarillas.
Malayo: sólo te digo una cosa. Pocas veces una lectura ha sido tan, pero tan grata, y entretenida, y tomada y hueveada. Pagaría por volver a leer ahí, con esa gente y sí, por qué no, también con esos moderadores. ¿O tenían que presentarnos necesariamente la Carmen Foxley y la Sole Bianchi?
Un abrazo, acá el invierno está más piola que nunca
Julio, dos cosillas fuera de contexto: 1) ke me puedes decir al respecto de Julio espinoza Guerra, que acaba de sacar una Antología esencial de la poesía chilena por Visor (bueno, yo me acabo de enterar)y 2) sobre el premio honoirífico de poesía nominado José Lezama Lima que le han dado a Zurita,el del escandalo con los milicos del último encuentro de poesía en vuestro pais.saludos y me quedo con los oidos expectantes.
OJO: POESÍA 100% fue un proyecto de la Fundación Nerúa, y don Pancho Torres trabajó codo con codo junto a nosotros en su diseño y realización. Él es tan responsable como nosotros de todo lo que pasó y varias de las ideas fueron suyas. Honor y gloria.
Malayo: y a propósito de tu ultimo comentario, qué es del Cabezón (Torres)
Desde mi participación, fue notable ver como la gente sacaba los parlantes para afuera de las casas para escuchar lo que se recitaba por la 88.5.
Obvio que me gustaron unos y no tanto otros, pero sí hacía de la poesía un acto moderno.
Fueron tres transmisiones desde la Mulato Gil. las eché de menos este verano.
Nostalgias de otras guerras, malayo
Salud, tu blog está a todo poto!
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