viernes, febrero 03, 2006

144. Cómo morirán los poetas chilenos V

Roberto Yáñez: hasta yo quedaré estupefacto cuando se descubra que Roberto Yáñez Honecker era en realidad Robert James Horn, un agente de la CIA destinado a reunir antecedentes que sirvieran al gobierno estadounidense a evaluar mejor la entrega de las becas Guggenheim y Fulllbrigth (becas que él ganará fácilmente). Todos sus libros publicados y los que vienen, ya fueron escritos en el Pentágono. Morirá con una tercera identidad (Robutu Yania Hikitiki) de un lanzazo en el culo tratándose de infiltrar en una facción de la etnia africana tutsi, a cuyos integrantes no logrará convencer ni siquiera con un sofisticado maquillaje.
Elízabeth Neira: se hará una trenza con las tripas en una aplaudida performance en Buenos Aires.
Sergio Coddou: el primer astronauta chileno. Inmensamente rico por descubrir una fuente de aguas termales en el baño de su casa (¡Qué mal rato, Sergio! pero se te olvidará pronto), pasará su tiempo libre aprendiendo a tocar el arpa y componiendo boleros. Pagará 20 millones de dólares por ir al espacio, y de ese lugar no regresará.
Pedro Araya: Intentará suicidarse a la francesa, tomando unas 200 pastillas para dormir. Desgraciadamente confundirá los somníferos con los anticonceptivos de una vecina. Resultado: le saldrán senos. Eso lo escarmentará por un tiempo. Actuará en un par de películas porno y morirá de cáncer al útero.
Gladis González: armará una banda de rock con algunas amigas. Como buena estrella del género, protagonizará varios escándalos por drogas y alteración del orden público, antes de parar la chala ahorcada con las cuerdas de una guitarra que le habrá lanzado su novio a la cabeza. Colgaré un poster suyo en mi pieza (yo moriré más tarde).
Cristóbal Joannón: se tragará un habano encendido por miedo a que su mujer lo descubra fumando (se lo van a prohibir en unos años más). El efecto de incinerarse por dentro lo convertirá en momia, qué susto. Dos señoras Joannón con 3 y 5 hijos respectivamente, asistirán a sus funerales. Tranquilo Cristóbal, yo daré una explicación convincente a Elena. Preséntame a la otra.
Jaime Huenún: gurú de una nueva religión que declarará el culto a la empanada de pino. Por malinterpretar uno de sus escritos, los más fanáticos de sus seguidores tratarán de circuncidarlo con una motosierra. “¿Qué salió mal?” Se preguntarán más tarde.

Continuará...

5 comentarios:

CasaGrande dijo...

malayo, gueon, me recague de la risa con esta ultima parte.

igual yo pense que sergio coddou, moriria durmiendo, mientras soñaba que era Alice Cooper cantando en un recital,.. moriria aplastado entre la multitud despues de lanzarse sobre ella, en una arrebato de rock.

MyM dijo...

Notable en todo sentido. Felicitaciones, todavía me estoy riendo con el suicidio con anticonceptivos y la performance autodestripadora. Excelente idea y muy bien desarrollada.

Saludos tangenciales
Matías Marambio

Anónimo dijo...

así como vamos, cuando mueran, a nadie le va a importar. asunto, por lo demás, comprensible.

jisa dijo...

Me he reído a mandíbula batiente con estas necrológicas poéticas.

Malayo, creo que con una pequeña, pero consistente dosis de esfuerzo y constancia se podría escribir una nueva antología de spoon river, o de mapocho river en este caso, o del river que sea...

como para pensarlo.

Anónimo dijo...

gracias hermano Julio, eso me da mucho animo, sigue así y todo lo que dices se te devolverá, por ahora no soy lo suficiente hombre como para responder a tu gran ingenio poético literario, solo busco respuestas en iglesias y camino por la rambla tratando de ser mejor persona. Infinitas gracias hermano.

gabriel