303. Homenajear a los muertos

Homenajear a los muertos es bien visto por los vivos. Hablo de los poetas muertos, escribo Neruda, Lihn, Teillier en estas páginas y nadie alzará la voz porque va con las buenas costumbres. Si por otro lado, digo “Lihn un payaso”, “Neruda un hijo de puta”, “Teillier, gran mongólico” ninguno de ellos reaccionará porque los muertos no ocasionan problemas. Pero más de algún poeta vivo arrugará la frente. Y esto corre también para quienes no son poetas. Los vivos molestan.

Ya lo decía mi suegra en Cuba, cuando mi novia hablaba de su miedo a la brujería y las fuerzas del más allá: "¡¿miedo? a los vivos, que esos son los que joden!". Una sabiduría rústica pero a tono con las circunstancias.

Nada personal con ustedes, visitantes de Malasya: por favor sigan vivos. Si los irrito con mis juicios o mis acciones, piensen que un día estaré muerto y no molestaré más (será el momento de homenajearme).