viernes, diciembre 15, 2006

321. qué mató a Pinochet

Despertó a las 8:00 evidenciando un buen estado de salud. Pidió a las enfermeras compren un ramo de flores para Lucía (con quien Allah parecería haber querido fabricar un lobo marino antes que una mujer).

A las 9:45 recibió a Moreira y comentó con él la última encuesta de La Tercera (Moreira evitó mencionar que la mayoría se oponía a que le hicieran funerales de estado). Luego se volvió a dormir.

13:00 Llega Lucía a verlo. Sufre una inesperada 'descompensación'.

¿Por qué su 'descompensación' coincide con la hora en que llega la foca? Su viuda, que en público ostenta una cara angelical que ya se la quisiera la virgen de Hong Kong, es conocida por su pésimo humor. Mi teoría esta: ella andaba sensible por su cumpleaños y le hizo una escena. Y él, que solía enfermarse en la víspera de cada fallo judicial, simplemente se descompensó. Es sólo una teoría, pero lo que es indesmentible es que Pinochet cagó cuando llegó la mina.

No lo mataron los marxistas de La Concertación ni los fallos judiciales ni el plan Z ni el ejército de 15 mil cubanos.

22 comentarios:

Anónimo dijo...

pucha que rebuscao Malayo!! más bien ingenioso antes que probable. se murió de viejo, la gente a los 92 años se muere de vieja, no hay "razones", y es bien sabido que cuando la muerte es natural, o sea, de viejo, la persona se siente extrañamente bien, mucho mejor que antes y que a la hora de la muerte, el cerebro segrega unas drogas naturales de bienestar y anestesia, y ya

Anónimo dijo...

Julito:
Esta bueno de este caballero,
no le de más tribuna... Ya!!!
Siga en lo suyo,
y deleitenos con vida...
Dk.

Anónimo dijo...

ahora escribe de las atrocidades del marxismo en la historia, o del mongólico g.c, o del enfermo mental de chavez o f.castro, yo qué sé...

Anónimo dijo...

hola llegué por the clinic acá, estuvo bueno el artículo. Los invito a visitar nuestro blog de antofagasta http://www.hepatitico.blogspot.com/
Quien quiera colaborar me escribe, es un fondo libre, pequeñas historias. Y denle nomás que la rabia es chistosa cuando se lee.

Estoy de acuerdo con darinka, a ella la invito al blog de una gran amiga, ojalá opinen o participen en el proyecto (me la quiero tirar jejejejejeje...)

Usé anónimo porque no pude entrar de otro modo, mi emilio es yupankister@gmail.com

Anónimo dijo...

erl blog de toña es http://www.puttafina.blogspot.com/
Suerte para que todos los poetas sean hermanitos, jajajajaja

yyupankister@gmail.com

Anónimo dijo...

Malayo:
Me gustan las historias de conspiración.
Las de romances mortales entre adultos mayores, me provocan un poco de malestar estomacal...

Anónimo dijo...

sigue escribiendo sobre el viejo y sus derivaciones...dale no más

Anónimo dijo...

creo que una enfermera de buena voluntad dio un portazo a la puerta, y como el viejo venía recién saliendo de un infarto, estiró las patas.

Anónimo dijo...

Se vio al poeta Bruno Vidal haciendo unas anotaciones cerca del ataud del ex general. Julio se acercó:
J: Oye hermano, que buena verte, qué estai haciendo aquí?

B: Escribo el poema pos mortem más ácido de la poesía chilena.
J: Ah, que buena, yo vine a sacarme una foto con el disctador muerto.

B: ¿Para qué? Suena estupido, eso Julio.

J: Lo que pasa es que quiero hacer unos estampados de poleras con la foto de tirano.

B: Mucho Marketing, Julio, se ve que lo tuyo son los negocios.

J: Te equivocas, yo siempre mezclo las cosas, soy ocurrente, escribo poesía ocurrente, me engrupo a las minas ocurrentemente, saco provecho de todo con mi ocurrencia y eso no es ser buenos pa' los negocios es ser ingenioso.

B:Aprovechador se dice, Julio, eso es aprovecharse de tu propia honestidad.

J: Nadie es honesto, Bruno, menos tu que te aprovechas del dolor ajeno pa' escribir poemas.

ambos se miran rudamente. Julio enciende un habano cubano y tira la ceniza sobre el vidrio del cajón del dictador. Un milico se acerca y lo increpa, Julio responde.

J: Tranquilo, tranquilo, lo hice pa' que el viejo se vaya familiarizando con las cenizas.

Malayo dijo...

soy amigo de bruno vidal

Anónimo dijo...

media cuestion yo tengo un tio bombero

Anónimo dijo...

oye malayo eso de que lo ultimo que pinocho dijo fue Lucy...no alcanzó a terminar...lon que realmente dijo fue...Lucifer.Lo vio poquito antes de cerrar los ojos.

Anónimo dijo...

eres amigos de todos lo poetas Julio,

que el guaton Bruno Vidal te cuente que hace cuando se cura. (ya las señoras de tus amigos poetas, tambien preguntales)

poeta foca

Anónimo dijo...

ooooohhhh...fealaactitú! fealactitú!

Anónimo dijo...

cuanto odio en los usuarios anonimos, odio hacia julio, hacia german, allende, pinocho, blogeros, da lo mismo, la cosa es odiar y anonimamente pa mas remate y pa que la cuestion se multiplique, se odian entre ellos, entonces más se nombran, pero en version poeta, igual como hace la mala prensa con los seudofamosos, igual igual: se odian y mas famosos son ¿que onda? ¿como tan bajo?

Anónimo dijo...

Estoy contigo Malayo. No hay duda que la culpable es la bruja aquella.

Anónimo dijo...

FELICIDAD

Pedí a los profesores que enseñan el sentido de la vida
que me dijeran qué es la felicidad.
Fui a ver a los afamados ejecutivos que comandan el
trabajo de miles de hombres.
Todos menearon la cabeza y me sonrieron como si yo
tratase de engatusarlos.
Y un domingo por la tarde fui a pasear por la orilla del
río Desplaines.
Y vi a un grupo de húngaros bajo los árboles, con sus
mujeres y sus hijos, un barril de cerveza y un
acordeón.

Anónimo dijo...

quieren otra de sandburg?
es que me queda otra, carnales
...pa estas fechas... sirve, cabrones.

Anónimo dijo...

quien mato a gaete elcopeteelcopete

Anónimo dijo...

Ya me habían expulsado de varios colegios para ese entonces. La aguja del tiempo marcaba el año 1984 para cuando llegué al Colegio Gabriela Mistral en Santiago de Chile. Ese mismo año cursaba yo, el tercero medio. Allí conocí al Antonioletti. Las condiciones que había en el colegio eran bastante difíciles. El pensar era peligroso y tratar de crear un centro de alumnos era peor y muy mal visto por la dirección del establecimiento. Profesores de estampadas tendencias pinochetistas y “democráticas, “marcaban” a los alumnos “problemáticos”. Entre los cuales, Ariel y un par de docenas más, nos encontrábamos. Yo llegaba muy temprano al colegio. Como a eso de las siete de la mañana. Esa era una opción para escabullirse del Cancerbero Inspector general que esperaba en la entrada a todos los alumnos que cometieran el pecado de tener el pelo largo. Si el cabello tocaba el cuello de la camisa era sinónimo de rebeldía, de desorden y de un solapado apoyo a ideas subversivas. Entre más parecido fuera uno a un militar, era mucho mejor. La otra opción era llegar atrasado. Allí me encontré un par de veces con Ariel. Debo confesar que él no hablaba mucho o mejor dicho, nunca habló mucho conmigo. Creo yo, que era porque me despreciaba en cierta medida, yo militaba en las Juventudes Comunistas en ese entonces. Y a su modo de ver nosotros éramos amarillos o demasiado tibios. (Muy equivocado, no estaba en todo caso) Para ser franco, también debo agregar que nadie me usaría como símbolo de la simpatía o del agrado. El nunca expuso de qué partido era, sin embargo, todos los compañeros de izquierda que nos reuníamos, sabíamos que él era del Lautaro. En ese mismo listado estaban el Mauricio, el Mario y otros más. A pesar de nuestras diferencias políticas, siempre nos unimos para lograr algún avance en nuestras reivindicaciones o simplemente para apoyar alguna convocatoria de paro o huelga a nivel nacional.

Me tocó verlo llegar varias veces atrasado a la sala de clases. Como recién salido de la ducha o de la cama. Su pelo era bastante abundante, como que siempre estuvo en contra de los vientos. Aún puedo ver su pelo rebelde y su desparramado chaleco azul. Los profesores chanceaban al respecto con él y él siempre respondía algo gracioso. También me tocó escucharlo responder en forma ácida a algún despótico profesor que teníamos. Yo era irreverente con los maestros, él era más analítico y certero en sus apreciaciones. Como es típico al recibir nuestras calificaciones comparábamos los resultados unos con otros. Y debo confesar que me apabullaban sus buenas notas. A pesar de no estar tomando atención a la clase y estar ensimismado leyendo cosas más interesantes que el portaba, a pesar de su reiterada inasistencia, obtenía mejores notas que muchos de los que iban a diario al colegio. .

No sé si fue su militancia o su manera de ser o ambas las que cristalizaban su actuar en el colegio.
Todos estábamos enamorados de él.

Yo pensaba que era uno de esos ratones de Biblioteca o un inepto más de los que abundaba en la sala de clase.

No lo vi fornido, ni brillante, ni más bueno que el pan. Al contrario, lo vi como una persona común y silvestre. Quiero decir con esto, que no caigo, ni quiero caer en idealizaciones baratas, o atrasadas y lambisconas. Era de carne y huesos. Pero era de carne, huesos y flores. Contra todos mis prejuicios y mis apreciaciones antojadizas era más valiente que la cresta. Me enseñó a mí y a otros, lo que un simple ser humano puede llegar a hacer o transformarse gracias a sus convicciones.

La policía disparaba a mansalva contra un enjambre de quinceañeros estudiantes que gritaban contra el tirano. Los balines caían en la cara de mis compañeros, en las piernas, las manos.Se enterraron en el ojo de uno de nuestros hermanos. De entre estos compañeros de clase, Ariel, se destacó por hacer esconderse a los pacos a fuerza de Molotov, a piedrazo certero y limpio, con la honda, con las manos, con esa voz de mando que más de alguna vez sacó. ¡Vamos Compañeros! Y todos apedreando el maldito bus de los pacos, y los policías encaramados sobre la reja del Liceo para poder dispararnos mejor. Lo vi repartiendo sal y limones, lo vi repartiendo amoniaco, lo vi repartiendo fuerza y empuje, lo vi dirigiendo. Lo vi demasiadas veces, y nunca lo observé demasiado. La policía, aparte de botarme un par de dientes, de lisiarme un riñón, me estropeó un poco la memoria con su método de pateaduras. Pido disculpas por no haber sabido atesorar mejor los recuerdos, el tiempo ha ido borrando los escenarios, las caras, los lugares, los nombres, pero no así, las convicciones. Esas se mantienen más frescas que ayer, más fuertes, más vigentes que nunca. Y es que en esa existencia trágica de nuestro pueblo y de nuestra clase, el jardín de Pueblo se riega con sangre a falta del agua de la justicia. Y la Sangre de Ariel ha humedecido a más de alguna almendra, ha ablandado el surco duro de el Olvido.

Tal vez su postura política no fue la mejor, pero los años, se empeñan en decir lo contrario. De lo que nunca se le podrá acusar es de haber renunciado o reculado en sus ideas de luchar por algo mejor para nuestro pueblo. Cosa que muchos partidos que se auto proclaman vanguardia del pueblo nunca podrán decir. La Coprocracia desde el Vendepatria Aylwin hasta ahora es simplemente repugnante. Si no se hubiese pactado una salida “democrática” otra historia estaríamos contando. Demasiados intereses políticos y sillones y puestos y cargos se ofrecieron para comprar a los queridos compañeros de seudo-izquierda. Si los partidos que tenían que haber seguido luchando no se hubiesen vendido tan barato. Ariel no estaría muerto. No tendríamos a nuestros hermanos aún encerrados en esa Vergüenza nacional Llamada CAS. No habrían pasado 16 años de súplicas y ruegos. Entonces, personajes asquerosos como Enrique Krauss, no se hubiesen instalado en el gobierno, y ninguna de sus influencias, ni sus robos, ni sus coimas, ni sus “movidas” hubiésemos tenido que soportar o saber. Y además, ¿Qué se Puede Esperar del Conde Belisario del Asco, el enólogo, no fueron más que simples sanguijuelas que subieron posiciones apoyándose sobre los muertos. Solapados y escondidos en esa cueva de ladrones y traidores. El personajillo lechuguino de Juan Carvajal es otro murciélago venido de la misma caverna de oscurantismo de aquellos que asesora y lo asesoran. Como parásito hacía menos daño fuera de Chile. Aunque, ni el bronceado de Costa Rica le destiño el color de batracio, sólo evaporó, por ahora, sus lágrimas de cocodrilo.

Que tengan preparadas sus maletas, para cuando el pueblo les pida cuentas.

En fin, Chile podría exportar Traidores, nos haríamos ricos.

Como te decía, nunca hablé mucho con él a nivel personal. Sólo a nivel político o estratégico o a nivel táctico. (Donde nos esconderíamos ante la posibilidad que el director del colegio dejara entrar a la policía) Nunca supe que su madre fuese periodista, o su dirección. Nada. Fue demasiado introvertido o demasiado conspirativo. Me expulsaron del Liceo, y allí perdí el contacto con prácticamente todos los que fueron mis compañeros. En ese entonces no había correo electrónico y tener teléfono era un lujo.

La última vez que lo vi. Hubo una concentración, no recuerdo si en General Velásquez o Vicuña Mackenna. Había mucha gente ese día, yo caminaba por entre la muchedumbre hasta que me topé a quemarropa con un pelotón del Movimiento Juvenil Lautaro. Se ordenaban y tomaban formación militar. Se formaron al mando de un combatiente que portaba un pasamontañas. Me quedé mirándolos con atención. En forma accidental quedé enfrente de la pequeña columna y de su líder. Quedé prácticamente cara a cara con quien los dirigía. Entonces, sus ojos verde-azules me quedaron mirando. Estaba sin sus lentes, sin sus habituales gafas. Suavizó su mirada unos segundos para mi, me reconoció creo yo, yo le sonreí de vuelta. Me dio un guiño, se dio media vuelta, les dio una orden y se marcharon. Los vi alejarse por entre el gentío. Fue lo último que vi de él. Han pasado 20 años y aún recuerdo esa par de nubes que fueron sus ojos.

Y pienso en como lo asesino la Concertación... Y aferrado a mis versos me vuelvo a preguntar... ¿Cuántas maneras hay de matar a un ser Humano? ¡Sólo Una, Olvidándolo!

Y yo no olvido, es más, mientras viva, el vivirá conmigo. Yo lo llevaré a cuestas, pero no como una carga, sino como un guía de consecuencia, un ejemplo de heroísmo.

Las palabras se acentúan dependiendo del dolor que nos causan. El acento ha sido ensangrentado. Sin embargo, no toda la sangre significa muerte, también significa vida. Y detrás de estás líneas, aún queda vida, aún quedan esos sueños a medio terminar que son los sueños colectivos de millones.

Aún queda patria, aún queda tanto por hacer.

Está carta no pretende ser una apología, ni un homenaje. Simplemente pretende rescatar el recuerdo de un ser humano, mitad niño, mitad hombre que entregó su vida a cambio de más vida. Pretende recordar a mi compañero de curso, a mi compañero de clase.

A pesar de todo, detrás de estás palabras, Ariel sigue estando y sigue teniendo el mismo coraje que demostró cien veces y cien veces su recuerdo golpeará la traición.

No lo busques en las plazas, ni en las calles, ni en los cementerios, ni en los bosques. El vive, canta y combate, en la trinchera de mi corazón.

Anónimo dijo...

te tienen que poner un milico muerto o disparando para que se te borre la de payaso

Anónimo dijo...

única manera de hacer de este blog un lienzo con manchas: que pase algo. es muy poco lo que acaba de pasar, sigue con los calzones...