Decía que era la noche de año nuevo de 1989, aproximadamente 23:00 hrs. Al pasar junto a un grupo de aborígenes estacionados cerca del paradero de la micro, me gritaron “Silvio Rodriguez”, porque llevaba una guitarra. Nos acompañaban varias mujeres, por lo que mi respuesta tenía que ser cautelosa para no ofenderlos demasiado y a la vez, demostrar un mínimo de firmeza que bajara su entusiasmo. Hice lo que pude. Ellos se alteraron y casi queda la grande, un caudillo se adelantó y yo me saqué la polera (wao), porque tenía un estampado de Iron Maiden que no quería estropear.
Pero nos estaban probando parece, y la indecisión de su caudillo los hizo vacilar. Eran como los perros que ladran cuando están tras una reja. En eso llegó nuestra micro (de esas tipo acordeón) y subimos, cosa que deben haber interpretado como un intento de fuga, pues dos de ellos nos siguieron: el caudillo y otro más. Estaba vacía en ese momento por tratarse de la primera parada; nos ubicamos en el fondo. Cuando los vi subir me puse en la mitad, bloqueando el pasillo con una mano en cada baranda, muy envalentonado por la anulación de su superioridad numérica. Se acercaban directamente a mí; cuando ya creía que íbamos a trabar combate, se agacharon y pasaron por debajo de uno de mis brazos. Extrañísimo.
Después se llenó el vehículo y me llegó el recado de que estaban armados. Mi hermano el Vladi tenía uno de esos pinchos que usan los negros para peinarse allá, pero se le perdió en ese momento. Cruzamos algunas amenazas, se bajaron varias cuadras más tarde.
En la fiesta se nos olvidó todo. El novio de una de las dueñas de casa se había quedado dormido, pero el Yoyi aseguraba poder comunicarse con él, decía que le había pedido que le cortara el pelo. Le llenaron la cabeza de salsa de tomates al pobre. Mi hermano el Sapo hizo una escena de cólera, clavó un cuchillo sobre la mesa y se cortó la mano. Luego le pidió a la novia del dormilón con salsa de tomates que lo acompañara a la clínica y pincharon.
La abuela de la dueña de casa preguntó dónde estaba su leche, provocando un estallido de risa, porque el malo del Yoyi se la había tomado. La dueña de casa se llama Sol, y Yamil, su novio, fue a reprendernos cuando nos íbamos. Pinestóteles (en realidad se llama Pinet, es su apellido), que tocaba una flauta azteca, recibió una reprimenda y nos recagamos de la risa. Yamil trató de llorar para parecer más enojado de lo que estaba pero no le resultó muy bien y provocó más carcajadas.
Lo último que supe de Sol y su hermana... ¿será posible que haya olvidado su nombre?, Magalys creo que es, es que se hicieron cristianas. En 1993 ya se habían separado del grupo, tenían amigos nuevos en la iglesia a la que asistían.
P.D: se llama Odalis, me lo recordaron hace poco.
La saga:
3 comentarios:
Buena historia es muy divertida, pero cuenta más detalles de la micro...
sé que hay más ¿como sabían que tenían armas? los amenazaron?
cierto, faltan detalles.
Ellos mostraron una navaja, yo no vi eso porque la micro iba llena, pero alguien de nuestro grupo lo vio. Seguramente estaban tratando de meter miedo.
Ah, me gusto esa historia. No faltan detalles que va...esta muy bien.
marcela.
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