Está a punto de cumplirse un nuevo aniversario del nacimiento de Neruda, pero la efeméride –como es lógico– ya no calienta a nadie. La única vez que se tiró la casa por la ventana fue, como se recordará, el 12 de julio del 2004, para el centenario del poeta. No estoy pidiendo una nueva celebración, pues en esa ocasión todos quedamos hasta las masas con el asunto. Traigo ahora el tema a colación porque entonces, mientras las autoridades asistían a una cena en La Moneda en honor al festejado, Neruda estuvo –claro que de una forma extravagante– en el Teatro Camino.
En Chile poca gente lo sabe, a pesar de que fue la “noticia divertida” del New York Times: en ese recinto, los hombres y mujeres de la revista Casagrande invocaron al poeta a través de una médium, a las 00.00 horas del 12 de julio de 2004. Neruda no dijo ni pío, pero nadie esperaba que lo hiciera. Volodia Teitelboim había advertido que el poeta no era afecto a este tipo de cosas. Por otro lado, es mejor que no haya hablado, porque ya se había originado una pequeña polémica sobre los derechos de autor de las eventuales palabras que pudiera pronunciar.
No puedo dejar de informar que la médium aseveró esa noche que este columnista era la persona más cercana a Neruda. Si es cierto o no, habrá que discutirlo en el más allá; a mí me parece, en todo caso, que la mujer era una profesional bastante seria.
Algún tiempo después unos amigos quisieron replicar la experiencia en Nueva York, pero la locación elegida puso de mal genio a la Iglesia Católica, que presionó para abortar el proyecto. Pretendían hacerlo en una catedral.
Los cruces entre literatura y eventos paranormales no son nuevos. De entre todos los autores que se han relacionado con el tema, me interesa Fernando Pessoa, que nunca ocultó su interés por el ocultismo y entabló una breve amistad con el nigromante (que rima con “farsante”) Aleister Crowley. Uno de sus biógrafos ha insinuado que el poeta portugués hizo descender una niebla para retrasar la llegada del famoso brujo a Lisboa. Dicen que, al encontrarse, Crowley se lo reprochó cariñosamente.
Una vez, en Santiago, un grupo de poetas quiso (quisimos) recrear un improbable duelo de magia entre estos dos personajes, usando como escenario una casona abandonada del barrio Yungay en la que tiempo atrás funcionó un manicomio. Fue rara esa noche, quedamos algo poseídos.
Créanlo o no, yo también he estado experimentando la paranormalidad. Últimamente veo, o más bien siento, las cosas que me atañen antes de que sucedan. También adivino el curso de las conversaciones y noto cómo las pequeñas banalidades del día a día encajan unas con otras, aunque no sé con qué propósito. Me pasa sobre todo si estoy saludable y tranquilo. Es muy agradable, me hace sentir una cierta comunión entre personas, lugares y acontecimientos. Desgraciadamente, no lo puedo manejar a voluntad. Si pudiera, ya habría cambiado los e-mails y el celular por la telepatía, que es, al parecer, una modalidad de comunicación harto más práctica y eficiente.
3 comentarios:
¿qué te dijo anoche tu bola mágica?
Julito y Lore se van a casar, si no se han casado es por falta de pan. Responde Lagos desde su portal: que se casen los novios que yo pongo el pan.
Mandé mi comentario por telepatía.
Pero, por si hay problemas en la señal de transmisición, lo que te estoy diciendo es "no creo en brujas, pero que las hay las hay"
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