viernes, enero 25, 2008

546. los premios al valor

"Valentía" y "fuerza", así como "sinceridad", "compromiso" y otras cualidades, suelen usarse para defender la obra de quienes carecen de talento literario. De otro modo sus apologistas recurrirían a valores de la propia obra antes que a las características del autor. Muchas personas extremadamente sinceras y comprometidas no escriben tan bien. ¿Se imaginan uds que los soldadores, las doctoras, los agrónomos, las sociólogas, fueran escogidos para ocupar sus puestos de trabajo por su calidad humana antes que por su capacidad profesional? Yo soy muy sincero: podría desempeñarme como médico en un consultorio.

Algo así pasaba en Cuba; las personas eran seleccionadas por su calidad como revolucionarios para ocupar cargos en las fábricas y universidades, o para estudiar en el extranjero. En consecuencia las fábricas producían menos y los sinvergüenzas hacían carrera posando de comunistas.

Volviendo a la literatura, si alguien es bueno(a), valiente, o se destaca en la defensa de valores, cualesquiera que estos sean (cristianos, comunistas o democráticos), la sociedad debería reconocer su esfuerzo con premios adecuados a su condición. Porque ¿qué pasa cuando les entregan premios literarios por eso? Los ministerios de educación castigan a los pobres niños haciéndoles leer verdaderos bodrios en la asignatura de lenguaje.

jueves, enero 24, 2008

545. dos historias de hace 20 años

Un taxista me contó que a mediados de los 80 se encontró con un amigo que andaba con una cámara Nikon que le habían traído de afuera. Cinco “civiles” bajaron de un automóvil y les sacaron la chucha en pleno día. Los dejaron ir al comprobar que la cámara no tenía rollo.

Uno de los maestros que está pintando mi casa tuvo menos suerte. En 1980 estaba escuchando Quilapayún en Pudahuel junto a un compañero de colegio mientras hacían una tarea; iban en segundo medio. Unos pacos escucharon la música desde afuera. Casi echan abajo la puerta de la casa, los metieron presos cinco días.

Claro que pasaron cosas mucho peores pero estas pequeñas anécdotas ilustran la cotidianidad de entonces y no están contadas en ninguna parte.

miércoles, enero 23, 2008

544. proyectos de novela sobre el Chico Molina

En La Tercera de ayer mencionan algunos proyectos de novelas sobre la vida del Chico Molina, escritor chileno que se hizo legendario por no haber escrito nada.

El siguiente fragmento es una cita del libro de Lafourcade:

“A altas horas de la noche tras recorrer los bares, hasta casi exterminarlos, al Chico Molina le salían dos alas y salía volando. Y decía me voy a mi casa*”.

Qué tremenda porquería: los peores lugares comunes del siglo antes pasado reunidos en apenas dos líneas. Seguro que Silvio Rodríguez le pone música si lo lee.

* traducción al malayo: "Al terminar la jarana el chico Molina regresaba a su casa".

martes, enero 22, 2008

543. musulmanes en nueva york

Los musulmanes que viven en NY y no saben suficiente árabe como para leer el Corán son enviados a aprender a los países islámicos. Eso le contaba a una amiga mía otra amiga. Ella pronto irá a aprender árabe y espera visitar la Meca algún día pero no por ahora porque dice estar muy promiscua. Sabe que cuando haga el viaje cambiará su forma de vivir para siempre; por ahora prefiere pasarlo bien.

lunes, enero 21, 2008

542. una solución a la crisis energética











Javier y Felipe
, estudiantes del Colegio de Asís de Maipú (el de la foto es Javier) presentaron una innovadora forma de obtener biogás a partir de la caca.

Consiste básicamente en almacenar excremento animal y basura dentro de una botella de plástico y conectarle una manguera que va a dar a un mechero, igual que si fuera un balón de gas.

Después de un tiempo, con el calor del sol la materia orgánica emite gas metano, que es combustible, lo que permite encender un mechero. No sirve para el califont porque no da la presión necesaria, pero es muy útil para cocinar.

La experiencia fue presentada en la feria escolar científica del Museo Nacional de Historia Natural en octubre.

viernes, enero 18, 2008

540. una cocina

En la póliza de seguro de la cocina FENSA que compré en Falabella viene estipulado que la transformación al gas natural es gratis. Sin embargo el maestro que vino a hacerlo me quería cobrar 22 mil pesos; según decía no me cobraba la transformación sino la instalación. Le dije que yo mismo instalaría la cocina, que sólo quería que la transformara a gas natural. Contestó que no era posible porque tenía que estar previamente instalada para que pudiera realizar la transformación, y que no tenía tiempo para esperar a que yo fuera a comprar la manguera para instalarla.

Le dije que la ferretería quedaba a 20 metros de mi casa y que iría a buscar la manguera. Cuando volví ya estaba terminando la transformación a gas natural de la cocina. Le pasé 2 lucas como propina y conectó la manguera. Huevón fresco. En todo caso, las dos semanas que viví sin cocina me sirvieron para darme cuenta de que sólo la uso para hacer té. Me atraen más las lavadoras automáticas.

miércoles, enero 16, 2008

538. Púgil: Un micrero

Cuando un micrero las emprendió conmigo por pagar con el pase escolar en 1993, no podía creer que me hubiera pegado en la cara y más encima tan tontamente, con el reverso de la mano y por si fuera poco, con la mano abierta. Necio.

Con mucho estrés por castigar a ese equivocado, lo lancé al suelo de su micro y empecé a estrangularlo. No pasó mucho tiempo sin que me lo hiciera saber con el aliento que le quedaba: “no puedo respirar”. Le di una respuesta cinematográfica: “vas a morir”. Sabía que se me podía pasar la mano pero calculaba que cuando la meta es muy ambiciosa no es raro que uno llegue un poco antes, entonces ponía mi meta en estrangularlo pensando que llegaría un poco antes que eso. Exagero, el cálculo pasó por mi cabeza pero sólo quería asustarlo. Pero asustarlo bien. Así fue por lo demás, lo dejé tomar algunas bocanadas de aire, las señoras de la micro se alarmaron (“¡asesino, asesino!”) y tuve que soltarlo, no sin antes azotar su cabeza contra la tapa del motor, que era de plástico pero sonaba harto.

Estábamos al lado de la comisaría de Mc Iver c/ Sto Domingo; él aprovechó de acusarme con los pacos. Nos pidieron los antecedentes y nos dejaron ir. Su nombre era Herbert Parada, vivía en Peñalolén, tenía 23 años. Fue muy confuso para mí que habiendo estado a punto de morir se marchara contento por haberme acusado con los pacos. Qué raro. Yo no era feliz por aquellos años; lo siento Herbert.

La saga: