Cuando un micrero las emprendió conmigo por pagar con el pase escolar en 1993, no podía creer que me hubiera pegado en la cara y más encima tan tontamente, con el reverso de la mano y por si fuera poco, con la mano abierta. Necio.
Con mucho estrés por castigar a ese equivocado, lo lancé al suelo de su micro y empecé a estrangularlo. No pasó mucho tiempo sin que me lo hiciera saber con el aliento que le quedaba: “no puedo respirar”. Le di una respuesta cinematográfica: “vas a morir”. Sabía que se me podía pasar la mano pero calculaba que cuando la meta es muy ambiciosa no es raro que uno llegue un poco antes, entonces ponía mi meta en estrangularlo pensando que llegaría un poco antes que eso. Exagero, el cálculo pasó por mi cabeza pero sólo quería asustarlo. Pero asustarlo bien. Así fue por lo demás, lo dejé tomar algunas bocanadas de aire, las señoras de la micro se alarmaron (“¡asesino, asesino!”) y tuve que soltarlo, no sin antes azotar su cabeza contra la tapa del motor, que era de plástico pero sonaba harto.
Estábamos al lado de la comisaría de Mc Iver c/ Sto Domingo; él aprovechó de acusarme con los pacos. Nos pidieron los antecedentes y nos dejaron ir. Su nombre era Herbert Parada, vivía en Peñalolén, tenía 23 años. Fue muy confuso para mí que habiendo estado a punto de morir se marchara contento por haberme acusado con los pacos. Qué raro. Yo no era feliz por aquellos años; lo siento Herbert.
La saga:
4 comentarios:
Como dice una canción, deberías exigir ser un héroe!!
(pero no una mala copia como Mirageman)
Malayo, tienes una historia muy buena, cuando los echaron de la casa de no se quién por culpa del Bizco y fueron a una botillería parece y cuando saliste estaban pateando al Bizco en la calle unos patos malos...
por favor cuentala pero con detalles, no tan contenida como la de la micro.
El calor o algún tipo de consumo colectivo de diazepán tiene adormilados a los comentaristas de este blog.
Lo dice el anterior desde el otro hemisferio metiéndose un gramo de coca?
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