Los delincuentes en Cuba tenían un repertorio de canciones populares. Solían cantarse batiendo las palmas rítmicamente; se dice que las componían en la cárcel. Muchas de ellas circulaban en el colegio o en las faenas agrícolas que desempeñaban los estudiantes. Una o dos melodías se repetían siempre, y lo que iba cambiando era la letra. Así, dos canciones diferentes podían tener la misma melodía.
Una de ellas describía un encuentro amoroso que termina con una “bárbara estocada”, o sea una penetración. La chica termina sangrando, lo que hace suponer que era virgen. Decía más o menos:
“Comenzamos la fiesta con un beso / de amor y de ternura plena / y sin ver un satélite perverso (?) / mis manos se deslizaron por tu seno / (…) / después te di una bárbara estocada / y así fue como perdiste la batalla /(…) / tú sangrabas como todo un guerrero (?) /(…)/ (coro:) ya tú ves, perversa, una bárbara estocada / una bárbara estocada con la punta de mi espada / …”
Al final de la canción la mujer es una "perversa" por haberse dejado penetrar; el cantante masculino canta victoria.
Había mucho de competencia, de dominación de la pareja. Las mujeres por su parte cantaban también algunas canciones, pero sin alusiones sexuales. Por ejemplo:
“él era mi novio / y yo lo trajinaba / cuando comía pollo / los huesos le dejaba”
En general eran letras que atizaban el bulling:
“Échate p’allá / perrito sabueso / tú me das la carne / yo te doy el hueso”.
O sea, la violencia era de ambas partes. Por mi parte nunca ejercí presión sobre una chica, y en cambio sí fui presionado.
6 comentarios:
uh, ahora entiendo por qué escribes como la callampa del perro; la verdad de las cosas, los cubanos son mejores haciendo puros (montecristo Nº 4, una de las cosas buenas de la vida)Pensándolo bien, lo tuyo es una extraña mezcla: moralinas cristianoides disfrazadas de sabiduría e historias orientales y un humor parriano más añejo que -imagino- la pichula del viejo.
oye en cuba mi helmano tenimos una canción:
"sabía que en el bollo (sexo femenino) le cabían cuatro trenes, un tranvía y la pichula de Malayo"
se las cantamos mi helmano a las más putitas del barrio.
REFLEXIONES
Yo nunca he publicado un libro, me los han publicado: cierto departamento de la Chile, Dolmen por el premio Teillier, por premios que estipulan la publicación, etc. Está en las bases de los concursos. Te publican, te guste o no. A mí me encanta que se lea y disfrute lo que he hecho. Aquí existe una superstición elaborada por huevones holgazanes que han escrito un par de poemas cagones y libros de diez páginas, gente sin aliento que afirma que hay que reflexionar durante años, etc. Mentira. En Centroamérica conocí un agregado cultural que jamás (ojo, loco: jamás) publicó ninguna cosa, excepto un cuarto de página en esa revista de la Vicaría, que era donde el mismo fresco de raja trabajaba, ¡y el sujeto es agregado cultural!, toma whisky y en Centroamérica lo invitan a unos paraísos tropicales con unos hoteles que te los encomiendo, la gente allá me decía, “ah, tú debes conocer a X, que es famosísimo en su país”. Así hay varios. Hay otros que por lo menos han publicado algo respetable hace diez años. Algo, este huevón era un caso insólito. Por otra parte, los maestros no tienen conciencia de que son precisamente las nuevas generaciones quienes los van a recordar, releer, reconocer y mantener vivos. Además esa supuesta reflexión implica concebir la palabra como algo intocable, sagrado y yo lo considero algo de uso, “me cae mal esa alquimia del verbo/, poesía, volvamos a la tierra” (Lihn) Yo disfruto la poesía, sus diamantes, sus tentativas y sus fracasos, aún cuando se trate de libros inmaduros, eso da cuenta de un estado de la literatura. Y por último, te regodeas. Nada más hermoso que un libro con toda su lozana noviciatura, su candidez. Los libros perdidos en San Diego, los huevones que le copiaban a Neruda, etc. Siempre queda algo. Quizás aquí en Chile, por tener unos cuantos poetas de primer nivel (Neruda, de Rokha, Mistral, Parra, Lihn) y también por ser tan pobres en términos económicos y editoriales (se publica tarde, mal y nunca), la vergüenza, etc., la gente desarrolló una hiperconciencia, una culpa, diría, que no permite el desarrollo de la poesía, la crítica seria, la entrevista, en fin. Por otro lado, esa culpa también actúa positivamente, como una vara alta, pero la mayoría de las veces anula. Además, al igual que en otras áreas, la literatura está dividida en patotas, grupos que se autodefienden de manera paranoica, esa debe ser una de las herencias autoritarias, tal vez. A mí me parece sano que se publique constantemente revistas, libros, etc. porque hay que dar cuenta del estado de la poesía, en forma dinámica. Hay que agregar nuevos conceptos, maneras, nombres, por ejemplo a mí no me dice nada alguien que habla de lo coloquial versus lo no coloquial, binomio que mucho sentido no tiene si te das cuenta que posees una enorme cantidad de dispositivos y recursos de los que puedes hacer uso y puede ser un uso ladino, conciente, un juego con el lector. Yo creo que el libro tiene que tener poemas de distintos tonos, estilos, etc: diamantes formales, fárrago, ritos, llanto, guiños a la tradición, poemas que aparentemente parecen comentarios banales, notas, retórica profunda, amor y muerte; álbumes de toda especie de poemas, unidos por los distintos registros de una voz.
Este país Malasya, territorio libre, se parece mucho a Chaitén... está despoblado y quedaron solamente animales...
para ser más exactos, quedarón dos pichulas y cuatro testículos
Yo creo que quedó el obsesivo, qué te o no te hizo hizo G, hombre extraño?
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