El año pasado me dio con meditar sobre el último pensamiento que tendría antes de morir. No llegué a ninguna conclusión en especial, más allá de hacerme a la idea de que pensar en la muerte ayuda a vivir. Entretanto me convencí de que la posibilidad de que mi último pensamiento estuviera relacionado con la poesía, sería útil para las personas ingenuas. Imaginé una de esas frases que decimos en la adolescencia: “Fulano murió pensando en la poesía”. Genial.
La otra vez andaba en el automóvil del Ratón Romero y le sugerí una maniobra que implicaba cierto riesgo. Fue el primer día de lecturas de un ciclo que organizó Francisca Werth en el Café Literario.
- nunca hago este tipo de cosas (me dijo el Ratón)
- ahora vas conmigo (repliqué)
Y reparando en que ocupaba el asiento del acompañante, usualmente el lugar del automóvil que saca la peor parte en un accidente, celebré un poema de Marianne Moore y añadí justo antes del viraje:
- es tu responsabilidad hermano, si muero en esta curva, recordar siempre que mi último pensamiento tuvo que ver con la poesía.
Apuesto 10 lucas a que Romero olvidó esta anécdota. La escribo para que los más ingenuos de entre ustedes la tengan en cuenta. Puedo ahora morir pensando en cualquier cosa, con la tranquilidad de saber que tendrán un argumento para pensar que pensaba en la poesía.
3 comentarios:
Notable pensamiento para un momento memorable. Nos dirás si ganaste la apuesta?
Es que eres parte de un biotipo noble, Malayo. Y no lo digo sólo yo:
http://www.marcaacme.com/foro/viewtopic.php?t=643
disculpa malgallo, pero eres tan noble como una botella plástica no retornable.
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